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Joselito

Han echado a Joselito de Supervivientes. El otrora Pequeño Ruiseñor, transformado ya en veterano tucán, abandonaba el concurso con su proverbial señorío. Destino amargo el de Joselito, siempre expulsado de todas partes: de la niñez, de la música, del cine, de la salud, hasta de los contingentes mercenarios donde, según leyenda por él mismo alimentada, militó en busca de fortuna. No he visto con la suficiente intensidad el programa como para saber si todavía sigue ahí Carmele Marchante; de hecho, no estoy seguro de poder distinguir a Carmele de Joselito.

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Como espectador, Supervivientes me gustaba más cuando aparecían personas anónimas que iban a ponerse a prueba. Luego llegó el famoseo, que fue imponiéndose un poco en la tele, hasta el punto de que no quepa descartar que un día presenten el telediario. Hay que reconocer que el espectáculo televisivo gana cuando los protagonistas son famosos profesionales, gente que ha hecho de la exhibición una forma de ganarse la vida.

La ventaja del famoso es que dobla la apuesta: a una persona normal se la juzga por lo que hace, pero a un famoso se le juzga por el mero hecho de existir. Entre una persona y otra siempre hay una distancia, se ignoran las claves que guían su comportamiento, pero ante un famoso hay barra libre: importa un bledo quién sea interiormente, sus sentimientos; sólo cuenta la imagen que quiere mostrar y que se ha convertido en su forma de subsistencia. De modo que está permitido escupirle o ensalzarle, cubrirle de escarnio o dispensarle admiración, y gratis, sin que la opinión del espectador tenga relevancia.

El negocio del gran circo del famoseo descansa en eso: desinhibe al que está mirando, o sea, a usted, y le permite albergar la ilusión de que está asistiendo a una forma de vida pública cuya insignificancia la hace aún más atractiva. Por eso yo puedo decir que no distingo a Carmele de Joselito por su aspecto físico y no pasa absolutamente nada: una y otro viven de que usted y yo podamos decir esas atrocidades. ¿Supervivientes? Sí, claro: después de todo, así sobrevive este personal.