MONTAÑA. Kilos de cobre almacenados en una chatarrería. / A. VÁZQUEZ
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La revalorización del cobre dispara los robos en obras por bandas organizadas

La sustracción de este metal ya no es terreno exclusivo de delincuentes habituales como ocurría años atrás El kilo se paga en Cádiz a un precio que oscila entre seis y ocho euros; hace dos años rozaba los tres euros

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Hace apenas dos años, las chatarrerías de la provincia pagaban por un kilo de cobre entre dos y tres euros; ahora el mismo metal tiene un valor que oscila entre los seis y los ocho euros. Esa revalorización ha tenido un efecto directo en la aparición de bandas especializadas en robos a gran escala, las cuales han entrado con fuerza en un negocio que tradicionalmente se repartían los delincuentes habituales con golpes menores en obras y explotaciones industriales de poca envergadura.

La última sustracción perpetrada en Cádiz puso en evidencia la forma de actuar de estos grupos. Más de 400 metros de cable catenario fueron robados de la línea férrea entre las estaciones de Las Aletas y Bahía Sur. Este golpe supuso que la línea quedara cortada durante ocho horas, afectado a 24 trenes.

Sólo un grupo organizado pudo sustraer tanto material en pocos minutos y aprovechando que no había tensión en el cableado por unos trabajos de mantenimiento que se realizaban a escasa distancia, según confirmaron miembros de la brigada de Policía Judicial de la Comisaría Provincial.

Las Fuerzas de Seguridad se enfrentan ahora a dos tipos de delincuentes atraídos por los importantes beneficios que da el cobre. Por un lado, están los cacos que sólo aspiran a llevarse cantidades menores de metal y que suelen robar en obras que no tienen vigilancia nocturna, naves industriales o fincas de particulares. «Ese tipo de hechos ocurren casi a diario. Sustraen pequeñas cantidades y normalmente quien hay detrás son ladrones corrientes», explica Teodoro Fernández, jefe de la brigada provincial.

De procedencia rumana

Pero la delincuencia especializada y más profesional también se ha introducido en el mercado negro del cobre. La Policía Nacional ya tiene un perfil concreto de los grupos que operan en la provincia y que en muchos casos son de procedencia rumana. «Esta gente prepara sus golpes. Suelen contar con información de primera mano sobre la instalación que van a asaltar. Tienen una infraestructura que les permite sustraer grandes cantidades en poco tiempo».

Cuando el responsable de Policía Judicial habla de infraestructura de la organización delictiva, se refiere a una serie de medios que garantizan un robo rápido y eficaz que les va a aportar un beneficio económico muy alto. Estas bandas suelen actuar en subestaciones eléctricas, en grandes obras como el desdoble de carreteras, líneas férreas y tendidos eléctricos.

Para poder llevarse centenares de metros de cable catenario, por ejemplo, se ayudan de furgonetas para trasladarlos y posteriormente son manipulados para sacar el cobre que será vendido. El jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) describe el modus operandi que suelen trazar estos delincuentes profesionales: «Abren una arqueta para cortar los cables y se van a la siguiente para hacer lo mismo. Cuando la instalación está suelta, enganchan un cabo del hilo al parachoques de un vehículo potente (normalmente todoterrenos) y tiran con fuerza para arrancarlo».

De ahí, el material va a una furgoneta y es trasladado a lugar seguro donde es cortado en partes para facilitar su transporte antes de llegar al mercado negro. Pero antes de dividirlo, el cable es quemado. «De esa manera se elimina el material (normalmente plástico) que lo cubre y no quedan signos que ayuden a conocer su procedencia», comenta Teodoro Fernández.

En otras ocasiones, la planificación de un golpe se limita a contar con un vehículo apropiado y aprovechar que no hay vigilancia en trabajos que se desarrollan en la vía pública. Hace escasos meses, en las obras de desdoble de la N-443, fue sustraída una bovina de cables por la noche. Los ladrones se limitaron a robarla, meterla en una furgoneta y huir amparados en la oscuridad de la noche.

A lo largo del año pasado, la Guardia Civil trabajó en 33 robos cometidos dentro de la demarcación de la Comandancia de Cádiz. Más de 50.000 metros de cables desaparecieron de fincas privadas, tramos de red ferroviaria o zonas industriales. La mayoría de estos golpes quedaron sin esclarecer ya que los ladrones venden la mercancía con mucha celeridad.

En uno de los casos denunciados, el botín sustraído fue valorado en 12.000 euros. El robo se cometió en el mes de julio. Los cacos se adentraron en un conjunto de viviendas en construcción, situadas en Medina Sidonia. Se llevaron cables de corriente y alimentación que aún no habían sido instalados.

La suerte juega a favor de los agentes cuando los delincuentes son sorprendidos en plena actividad. Así ocurrió en el mes de enero, en la finca La Sanguijuela de Espera. El caco fue descubierto cuando estaba quemando el plástico que recubría los hilos de cobre. Los guardias lograron recuperar 400 kilos de cable, aunque el delincuente se dio a la fuga.

Las zonas industriales también están en el punto de mira. En el muelle de La Cabezuela robaron el año pasado, en un sólo golpe, 8.500 metros de cables procedentes de las líneas de suministro eléctrico.

Las Fuerzas de Seguridad no esconden la preocupación que genera este tipo de robos. No sólo por que se trata de un hecho delictivo, sino por el daño que ocasiona al bien público.

stubio@lavozdigital.es