GRANDIOSO. Aspecto del Bayán Australiano que habita en la Alameda del Banco.
Jerez

El hermano imponente

El ficus de la Alameda del Banco ha visto pasar los años observando cómo jugaban en sus raíces muchas generaciones de jerezanos

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Forma parte del grupo de los pesos pesados. Y ahí está todavía su enorme figura, mirando impasible, encerrado entre las cuatro paredes de la Alameda del Banco, que es uno de los más bonitos rincones del Jerez de siempre. Su gran copa verde abarca media plaza. Es el mejor aislante de la zona, pues todos los que pasan no dudan en comentar que refresca las tórridas tardes de lejano verano y aísla las heladas del invierno. No hay nadie en Jerez que no recuerde ya la alameda sin el árbol, respaldado por la preciosa fachada de estilo regionalista que hiciera el recordado arquitecto José Hernández Rubio para la familia González Hontoria.

Una gran mayoría de jerezanos han jugado alguna vez alrededor de sus raíces, que se levantan sobre el piso de la plaza. Generaciones de pequeñuelos que han corrido alrededor del grueso tronco o que se han enfrentado a la caída dura de un tropezón con sus raíces.

Posiblemente estaba ya ahí cuando la plaza era de la Revolución, allá por el siglo XIX. Dicen que este Bayán Australiano -que es su nombre común- crece sobre otro árbol alimentándose de él hasta que acaba por ahogarle. Así de dura es la naturaleza en muchas ocasiones.

Con el escenario

Un camarero que trabaja en uno de los típicos bares de la alameda afirma que «sin el grandioso árbol no concebiríamos este lugar tan jerezano». No duda en comentar los parabienes de su frondosa copa. «Aunque no estés debajo, parece que sientes la dulzura que desprende su sombra cuando llegan los días de calor», comenta con cierto aire lírico.

Probablemente vino de Australia y se hizo jerezano para siempre. Aunque los orígenes del grar ficus de la Alameda del Banco habría que buscarlos en lo más recóndito de la historia de la ciudad.

Lo que todo Jerez sabe es que todos, includos los niños, lo han tratado con un cariño especial, como si fuese nuestro hermano mayor. Ese hermano, fornido y que nos defiende, con el que todos hemos soñado.