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La arruga da más votos que la extravagancia

«Una extravagancia puede demoler a un candidato mucho más que las arrugas». La frase es de Sally Steward, autora del libro Media training 101. Y la única y primera aspirante a la Casa Blanca la ha tomado al pie de la letra.

A. G.
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Pero lo más llamativo de todo es que esa estrategia de Hillary Clinton ha obligado a sus rivales en la carrera presidencial a modificar su apariencia para presentarse ante sus seguidores.

Orgullosa de las arrugas que le dan sus 60 años, aunque hay rumores de que no le hace asco al botox, la ex primera dama está dispuesta a hacer realidad las palabras de Tom Kolovos, experto en imagen: «En Estados Unidos la gente quiere que su presidente se parezca al jefe de una gran empresa».

Y Hillary es capaz de aparentar ser la más de Norteamérica con tal de sumar votos.

La mujer «debe ser femenina como una empresaria, sin demasiadas joyas y sobre todo nada de chal, que queda demasiado distinguido», apunta por su parte Steward. Y Hillary, al loro.

La senadora por Nueva York utiliza ropa de Nina McLemore, una modista del barrio residencial Upper East Side, con precios que oscilan entre los 84 euros para las blusas a los 270 euros de una chaqueta. Aunque nada de joyas, a pesar de que la señora Clinton no hace distinciones entre perlas y diamantes. Porque no hay que llevar la contraria a lo que recogía The New York Times:

«Las mujeres en política no olvidan que están en un mundo de hombres y no deben parecer superficiales». Y Hillary no lo es.

Pero ¿y los candidatos masculinos? «Es la primera vez desde los años sesenta que cuenta tanto la apariencia», argumenta Kolovos en del USA Today. Por lo que ellos tampoco se descuidan. «Los más apropiado es un traje azul oscuro, camisa blanca y corbata roja, no demasiado llamativa», prosigue el columnista. En esta pasarela destaca Barack Obama, 46 años, a pesar de que a veces va «muy elegante y rompe ciertas reglas», indica Steward. «Los candidatos deben vestirse de forma sencilla, a la americana. Nunca verán a un político con gemelos ni pañuelo en el bolsillo del traje», prosige la autora de Media training 101.

¿Será por romper esas reglas por lo que John Edwards o Fred Thompson han tenido que arrojar la toalla antes de tiempo?