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Explicación

En mi opinión, que nos dediquemos en estos momentos a buscar explicaciones de la nueva derrota es una manera errónea y peligrosa de abordar la situación del Cádiz. Tras diez partidos perdidos ya no valen las justificaciones porque son inútiles para lograr los objetivos, para enderezar y para acelerar el rumbo de una nave que, desde el comienzo de esta temporada, tiene abierta excesivas grietas. De la misma manera que cuando el equipo gana no tenemos en cuenta las circunstancias que favorecen la victoria, cuando pierde resulta superfluo distraerse con el fin de evitar unos análisis serios sobre ese juego insulso que ha desarrollado.

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Tampoco sería acertado que trataran de ilusionarnos con las posibilidades matemáticas pensando en que los equipos que nos preceden pueden perder todos los partidos mientras que el amarillo realizaría lo que no ha sido capaz de hacer hasta ahora. El partido contra el Granada 74 ha vuelto a evidenciar que, además de los nuevos fichajes, es necesario cambiar el funcionamiento de la maquinaria. En este encuentro se han puesto de manifiesto los rasgos que han definido toda la primera vuelta: la monotonía, la vulgaridad y la impotencia. Hemos de reconocer que el juego de este Cádiz no posee capacidad para entusiasmar, para divertir ni, siquiera, para distraernos a los aficionados. Vamos a ver qué ocurre en las próximas cuatro jornadas porque mucho nos tememos que, si no cambia de manera sustancial la trayectoria, el último tramo puede resultarnos demasiado aburrido. A mí me gustaría coincidir con los críticos que están convencidos de que el error del entrenador estriba en no haber alineado a los que están sentados en el banquillo o relegados en las gradas. Es posible que el problema sea más complejo y que su solución sea más difícil. Les aseguro que estoy deseando equivocarme y que me echen en cara que, con las nuevas incorporaciones, éste es otro Cádiz.