Dejar constancia
Quienes se ocupan de las llamadas conductas antisociales y delictivas, que por cierto merecen la Medalla del Trabajo, sitúan el despertar delictivo a los 13 años. Luego, a los 17, alcanza su punto más alto. Posteriormente remite algo, ya que muchos de ellos consideran que han cursado con aprovechamiento las asignaturas exigidas para llegar a ser un joven antisistema. Hay mucho Mozart suelto en España, sólo interesado en mostrar su precocidad mediante la práctica del mal, pero lo curioso es que aspiran a perpetuarlo en sus móviles. Si violan a una menor de edad, queman un coche o apalean a un anciano, lo graban para que quede constancia de su hazaña. El móvil del crimen de estos hijo de mala madre queda registrado en el móvil que le compró su padre.
Actualizado: GuardarEs curioso que nuestros depravados mozalbetes -por fortuna también hay jóvenes magníficos, pero ahora no estoy hablando de ellos- deseen fijar sus momentos estelares. No han hecho nada para merecer ni siquiera la efímera posteridad que deparan las páginas de sucesos, pero quieren que la posteridad haga algo por ellos. Sus nombres figuran sólo con iniciales, lo que constituye un acertijo para los colegas del barrio, pero como tienen la película con la grabación de sus gestas la proyectan en privado. Para que nadie dude de que son unos chicos duros y valientes, a los que aguarda un futuro esplendoroso.
Su finalidad es la misma que le atribuyó aquel niño, de unos 8 ó 9 años, al que le preguntó el profesor de religión para qué hizo Dios el mundo.
-Para darse a conocer- respondió sin titubear.
Nosotros lo que conocemos son algunas estadísticas escalofriantes. Un 7 por ciento de los chicos pertenece a alguna banda y un 40 por ciento de los menores de 18 años consume drogas.