El ocaso del presidente
El último discurso de Bush sobre el estado de la Unión fue un reflejo del descenso de su influencia y bajo nivel de popularidad
Actualizado: GuardarEL último discurso sobre el estado de la Unión del presidente de EE UU, George W. Bush, reflejó la escasa influencia que el mandatario tiene en estos momentos en el país cuando aún faltan diez meses para la elección de su sustituto. Con apenas un 30% de popularidad entre la población y lastrado por una preocupante recesión económica el inquilino de la Casa Blanca se afanó en colorear el momento con augurios de un «futuro próspero». Pero a pesar de su esfuerzos, el discurso ofrecido la madrugada del martes ante las dos cámaras del Congreso apenas levantó expectación entre los republicanos, más preocupados por las encuestas que dan casi como seguro el triunfo demócrata en noviembre.
En estos momentos, los conservadores hablan mucho más de la presidencia de Ronald Reagan que del actual ocupante de la Casa Blanca.
Y no digamos entre el partido adversario, cuyo integrantes sólo se refieren a Bush con desdén en un intento de explotar el descontento para sumar votos.
Incluso la prensa no ahorró críticas, al tachar las propuestas de «modestas», «vacías» y de una «pequeña distracción» de la campaña electoral.
Otros tiempos
El otrora optimista presidente tuvo que reconocer desde la tribuna que el país afronta «un periodo de incertidumbre», al aumentar los precios de los combustibles y la alimentación, al tiempo que el mercado inmobiliario atraviesa asimismo una grave crisis. Unas perspectivas no muy halagüeñas en el año de su despedida. Por ello, pidió a los legisladores que aprueben sin demora el plan de estímulo acordado la semana pasada por valor de más de cien mil millones de euros. El paquete consiste en rebajas tributarias de entre 200 y 400 euros para la mayoría de los estadounidenses, así como un recorte de impuestos de 34.000 millones para las empresas.
«A largo plazo, los estadounidenses pueden estar confiados en nuestro crecimiento económico, pero a corto todos podemos ver que está disminuyendo», dijo Bush, quien nunca antes había hablado tanto de la economía en su discurso sobre el estado de la Unión.
Pero el político texano no estaba dispuesto a que todo fueran malas noticias. Por eso sacó pecho a aludir a la lucha contra el terrorismo y al despliegue en Irak, temas que centraron otra buena parte de su intervención. Respecto al país mesopotámico defendió la escalada de tropas de enero de 2007 que, según dijo, ha permitido lograr «resultados inimaginables hace un año». «Algunos pueden negarlo, pero entre los terroristas no hay dudas. Al Qaeda está en retirada y será derrotada», dijo.