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Editorial

Violencia en el fútbol juvenil

La brutal agresión de que fue objeto un equipo de fútbol conileño en Chiclana, el pasado domingo, junto con el conflicto entre padres de jugadores y aficionados de Paterna y Barbate revelan una preocupante situación de violencia, hecha explícita de forma dramática, que trasciende el terreno deportivo para convertirse en problema de orden público.

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El grupo de una treintena de jóvenes vándalos que irrumpió el domingo en el campo de El Fontanal, encapuchados y armados con cadenas, bates de béisbol y palos de golf, hicieron gala de una violencia inusitada para dirimir no ya un problema deportivo, que tampoco sería en absoluto excusable, sino por unas diferencias anteriores de índole personal, una pelea en una discoteca, con alguno de los jugadores conileños, de Regional Preferente juvenil. Seis futbolistas resultaron heridos, uno de ellos de consideración. La Guardia Civil ha identificado a varios de los agresores, aunque ninguno ha sido detenido hasta el momento.

Es preciso examinar los hechos con todo rigor, para ver si estamos ante un fenómeno de bandas urbanas o de mayor calado que un simple hecho puntual, y adoptar las medidas pertinentes.

Diversas voces se alzaron ayer pidiendo vigilancia policial en los campos de fútbol. Aunque difícilmente la presencia de fuerzas de seguridad va a evitar en todos los casos que se produzcan estas agresiones, no hay por ello que despreciar las amenazas, por lo que convendría adoptar los dispositivos necesarios cuando existan sospechas de partidos de «alto riesgo», aunque sea entre chavales de pueblos cercanos.

Al mismo tiempo, el mundo deportivo tampoco puede sacudirse la necesidad de analizar lo sucedido con la evidencia del carácter de problema de orden público que la agresión de El Fontanal revela. Los distintos estamentos del deporte base, federaciones, clubes, entrenadores, padres y jugadores han de comprometerse de forma rotunda en el juego limpio y el rechazo de la violencia y han de atajar de raíz cualquier brote en este sentido. Cada uno de ellos ha de actuar con coherencia y, todos, de manera coordinada para que el deporte nunca registre estos lamentables episodios.