APUESTA FALLIDA. Merkel apoyó ayer a Koch, en segundo plano, pese a su traspié electoral. / AFP
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Los malos resultados en Hesse obligan a Merkel a revisar su deriva a la derecha

La canciller estudia un urgente cambio de estrategia de cara a las inminentes citas con las urnas y anuncia que el partido abandonará la línea dura

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Durante tres semanas, la campaña electoral en el estado de Hesse polarizó Alemania y envenenó la convivencia política en el seno del Gobierno de gran coalición después de que la canciller, Angela Merkel, apoyara con todo el peso de su cargo la candidatura de Roland Koch, quien usó un peligroso discurso populista de derechas para cazar votos entre las mayorías silenciosas del estado. El desastre electoral que vivió Koch el domingo demostró que la xenofobia ya no sirve para ganar comicios en el país germano.

Los resultados revelaron que la política conservadora de reformas económicas y ley y orden no convencen al electorado clásico de la CDU, que perdió doce puntos en Hesse y seis en Baja Sajonia.

Sin embargo, Merkel hizo saber ayer que Koch tiene todo el derecho a formar un nuevo Gobierno en Hesse y destacó la labor de Christian Wulff, su candidato de la CDU que defendió con éxito su cargo como primer ministro de Baja Sajonia.

Wulff, en lugar de copiar el discurso polémico de Koch, prefirió defender los logros económicos y se olvidó de polemizar con sus rivales del SPD. «La campaña de Baja Sajonia debe de servir de ejemplo para Hamburgo», insistió Merkel, al dejar en claro que su partido abandonará la línea dura y que ella misma buscará un rol de moderadora en el seno de la gran coalición.

A causa del apretado resultado electoral en Hesse -la CDU obtuvo el 36,8% y el SPD un 36,7%-, los dos partidos reclamaron ayer el derecho a gobernar. Koch, el famoso Rambo democristiano, recordó que, aunque fuera por poco, fue el más votado; mientras que Kurt Beck, el presidente nacional socialdemócrata, destacó que la población se ha posicionado en contra de la derecha.

Búsqueda de alianzas

El desenlace de la feroz partida de póker puede durar semanas e incluso no se descarta la posibilidad de tener que volver a las urnas si no se consiguen alianzas que aseguren una mayoría en el Parlamento regional. Roland Koch intentará pactar con el Partido Liberal y los Verdes -que se niegan-, mientras que Andrea Ypsilanti, la candidata del SPD en Hesse, invitará a formar gobierno a los liberales -que ya han rechazado la oferta- y a los Verdes. También podría tener una mayoría si acepta el apoyo del partido La Izquierda, una idea que es rechazada por la dirección nacional del SPD. La llegada de La Izquierda, el partido que dirige Oskar Lafontaine, a los parlamentos regionales de Baja Sajonia y Hesse, un éxito que puede repetir el 24 de febrero en Hamburgo, obligará al SPD a acelerar su giro hacia la izquierda y refrescará la memoria de Merkel, que prometió no hace mucho convertir a la CDU en una formación de centro. Los buenos resultados de La Izquierda en un territorio que parecía inmune a los cantos de sirena de los abanderados de la ultraizquierda parece indicar que la primera potencia económica de Europa comenzó girar lentamente hacia la izquierda. También lo demuestra el hecho de que el Partido Socialdemócrata haya obtenido réditos con una campaña centrada en los temas clásicos de su historia, como la justicia social y la atención a la educación y la ecología.