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LISTO. Valerón conduce el esférico el pasado domingo.
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El milagro del devoto Valerón

El simbólico regreso del grancanario tras dos años de sufrimiento transforma el funeral de Riazor en el teatro de los sueños

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Todo cambió como por arte de magia en La Coruña cuando el Flaco salió a calentar para luego disfrutar de los últimos 15 minutos en el choque liguero ante el Valladolid. Ganaba con claridad el Deportivo tras cuatro meses de incapacidad permanente en casa, pero semejante gesta pasó a un segundo plano. La vuelta del grancanario, acogido por 15.000 almas al grito atronador de ¿Valerón, Valerón!, bastó para cambiar un estado de ánimo, para transformar el funeral de Riazor en un teatro de los sueños.

Como ocurrió hace un año ante el Real Madrid, cuando fue incluido en la convocatoria como talismán, jugó unos minutos y el Dépor remontó el vuelo, Valerón fue acogido como El Mesías, o como El Cid. Su afán de superación, su esfuerzo para volver a vestirse de corto, suponen un ejemplo para una plantilla cosida con alfileres. Un caño de la casa, un triunfo, la salvación a sólo dos puntos, Lotina sin respiración asistida y minimizada la crisis de los porteros, las secuelas del combate entre el púgil uruguayo Munúa y el encajador israelí Aouate. Hasta el presidente Lendoiro recuperaba la sonrisa. Todo se ve de otro color en la capital herculina.

Ni el devoto Valerón confiaba ya en el milagro. Hacía ya un año que se recuperaba con una plastia de cadáver implantada en su rodilla izquierda. Tras numerosas cumbres médicas, en la última de las tres intervenciones quirúrgicas a la que fue sometido, el doctor Rafael Arriaza, acompañado por otros cuatro especialistas, arriesgó con un método que, como cualquier trasplante, puede sufrir el rechazo en el paciente. Una cirugía moderna que también conoce el turco Nihat, quien, ya recuperado, bromea cuando afirma que si la pega bien es porque le habrán injertado el ligamento de Laudrup y que, cuando le da picuda, piensa que sería el de «un paquete».

Rearme anímico

El propio Valerón asume que, por ahora, su reincorporación tiene más efecto simbólico, de rearme anímico, que real. Carece de fondo físico y todavía no está para competir. Parece misión imposible volver a disfrutar de los mejores números del prestidigitador, pero al menos ya está disponible.

Se recuperó en la pretemporada siguiente, pero recayó en un amistoso durante la concentración en Isla Canela (Huelva). Vuelta al quirófano y festejada presencia en los choques de Liga frente al Real Madrid y el Recreativo, y el de la Copa del Rey ante el Mallorca. De nuevo, empero, su rodilla dijo basta en un entrenamiento de hace un año. No funcionó el tratamiento conservador y no le quedó otra que sufrir otra vez los efectos del bisturí.

«Hasta yo mismo pensaba que iba a ser difícil volver a jugar, pero al final todo ha salido bien y no encuentro palabras para expresar lo que siento». Su citación ante los pucelanos era «un pasito más». Tenía «buena sensaciones» y no consideraba osado poder jugar unos minutos. «Si pecamos de algo durante la recuperación fue de frenar en lugar de precipitarnos. Aunque en esta última semana todo fue muy rápido; son cosas que hablábamos desde hace mucho tiempo».

Su Excelencia, tal y como le presentaron a través de la megafonía de Riazor, se encontró «muy bien tras el partido». «Se puso ideal para mí, muy cómodo porque debido al resultado (3-0) podía entrar y jugar. No tuve ningún problema y el equipo volvió a ganar. Vamos poquito a poco. He notado la inactividad, eso es normal, pero no me he resentido. Más no se puede pedir», A sus 32 años, el mago de Arguineguín se cura en salud.