Manolo Sanlúcar revela secretos de su vida en 'El Alma Compartida'
Almuzara publica las grandes verdades del maestro internacional como su afición por la pintura y la escritura
Actualizado:En una reciente entrevista televisiva, Manuel Muñoz Alcón, más conocido para el mundo artístico como Manolo Sanlúcar reconoció que, junto a la guitarra, sus ocultas vocaciones eran la de pintar y la escribir. Fruto de una dramática experiencia vital, el fallecimiento de su hijo único, el artista internacional, a modo de terapia se puso papel en mano para testimoniar de este modo sus más profundas convicciones sobre el arte, la música y su propia vida. Justo en ese terreno, a veces imperceptible, donde se funden el intérprete y la persona. Así, van aflorando a través de las páginas los distintos estadios que conforman su ser y estar ante la vida bajo el gran barniz de una persona meditabunda, reflexiva y apasionada.
El escritor va analizando una por una las etapas de su crecimiento, desde aquellos primeros pinitos en el mundo taurino, hasta desembocar en el conocimiento de la guitarra, gracias al apoyo paterno. Su padre, Isidro Sanlúcar, fue alumno del destacado maestro jerezano Javier Molina y lo inició en los secretos de las seis cuerdas. Luego, una vez que alcanzó la calidad suficiente, su temprana incorporación al mundo artístico enrolándose en diferentes compañías, a las que él mismo define como su bachillerato artístico. El mismo que complementó con su labor como acompañante de primeras figuras del cante, como Agujetas de Jerez, una vez que se instaló en Madrid.
Todo ello tuvo como resultado una inclinación casi monacal al mundo de la experimentación propia y de la composición, que le valió para publicar dos discos de especial significado en la obra del maestro, Mundos y Formas de la Guitarra Flamenca, en los que se reafirmó como concertista e intérprete en solitario. Junto a Paco de Lucía y otros guitarristas fue llamado a librar una cruzada internacional que llevó la cultura de sus gentes a teatros de medio mundo.
Pérdidas
Pero, no sólo encontrarán en su libro las distintas etapas de su vida artística, Manolo ha sido capaz de ahondar en sus más firmes vivencias que han tenido, principalmente dos nombres propios con un gran calado, los de su padre y su hijo. La pérdida de ambos hace aflorar en él todo un universo de sensaciones, desde el júbilo al drama pasando por reflexiones sobre el miedo, la vida, la miseria, la opulencia y algunos diálogos con Dios - o los dioses - de un intenso calado. En definitiva, una obra inmensamente humana y enriquecedora.
Manuel Muñoz Alcón nació en 1943, en Sanlúcar. Cuenta siete años de edad cuando su padre Isidro Muñoz le introduce en el mundo de la guitarra flamenca. Antes de cumplir los catorce, comienza su carrera profesional como guitarrista acompañante. Con el apoyo de Pastora Pavón Niña de los Peines, el joven guitarrista ocupa un espacio privilegiado; a la vez que convive y acompaña a las grandes figuras de la época como Pepe Marchena con quien debuta en 1957, y va recibiendo el preciado legado histórico de la cultura flamenca. Su inquietud artística le lleva a expresarse a través del concierto y la composición.
El mismo año obtiene el primer premio en el World Guitar Festival de Campione de Italia. A partir de entonces, consigue la consideración como primera figura de la música, no sólo en el mundo del flamenco.