«Era de cuerpo espeso, cuello escaso y mal conformado»
Mucho se ha comentado que su poco agraciado aspecto físico pudo menoscabar la fluidez de su contacto con las masas no avezadas en las esencias de la tauromaquia.Como bien dijera Clarito, Rafael era de cuerpo espeso, cuello escaso y, en fin, mal conformado. Y cierto es que careció de la donosura delgada, gimnástica y efébica, tan propias de muchos toreros. Pero, en cambio, poseía la elegancia clara de ese goterón de sol que doraba su cabeza, de esa veta goda que aún recorre Andalucía. Su cuerpo, denso y ancho, acentuaba la más, si cabe, palpitante emotividad en el ceñimiento con los toros. Y se vislumbraba en su mirada la luminosidad tranquila y azul de hombre cabal y bueno.
Actualizado:Fue su honestidad y su bien hacer lo que le valieron el respeto y la admiración del público. Al cumplirse diez años de su pérdida, un grupo de aficionados honró su memoria con un emotivo acto en su ciudad natal, San Fernando. Sobre la blanca y fría losa de mármol, que cubre sus restos, se depositaron diez rosas rojas y encendidas, símbolo de la inextinguida llama del calor de su recuerdo.