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GRUPO. El personal de La Canilla siempre dispuesto para poner una buena copa de vino.
Jerez

Un establecimiento muy jerezano

El pequeño bar La Canilla lleva once años abierto en la calle Larga ofreciendo a sus clientes simpatía y buen servicio

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Vino con la conversión de la calle Larga en zona peatonal. Perfecta arteria para el paseo. Tuvo el privilegio de ser el primero en colocar los veladores en el nuevo aspecto que ofrecía el centro de Jerez. Se trata de La Canilla, un bar pequeñito pero con amplia clientela que cada día pasa a tomarse la copa. Pepe Barro lleva cuatro años de encargado del establecimiento. «Fue el primer bar que se estableció después de haberse cerrado La Venencia», comenta. Ahora ya forma parte de la familia jerezana, de la calle y de la fisonomía de la ciudad. «Desde un comienzo, todo ha ido de dulce en el bar. Ya llevamos once años y no hemos parado de servir copas, gracias a Dios», comenta Pepe.

La Canilla es un lugar con sus peculiaridades. Todavía conserva la figura del limpia botas, y, como afirma Pepe, «no se escucha otra cosa que no sea flamenco de Jerez. Siempre hemos tenido claro que somos de aquí». Los desayunos no paran por la mañana de servirse bien en la pequeño mostrador bien en las mesas que cohabitan con la calle. «Bueno, tenemos los molletes muy ricos para las mañanas», comenta el encargado del negocio. Pero al mediodía, la máquina del café descansa para dar paso a las copas de vino Jerez. Se trata de los aperitivos que se degustan a diario en este establecimiento. «La tortilla, las anchoas o el montadito son clásicos ya en el bar», prosigue Pepe Barro.

Y una estampa cuando llega la noche de Jesús y el Nazareno vuelve a San Juan de Letrán calle Larga arriba. «Antes, muchos saeteros cantaban a Jesús en La Venencia. Ahora están todos aquí y, sin duda, es uno de los momentos más bonitos del año. Quizá demasiado masificado porque la gente se orienta», comenta Pepe.

Otra de sus particularidades es que siempre está bien vestida para la ocasión. «Tenemos una decoración para cada época del año. En Feria, farolillos; en Semana Santa, carteles y cera; y en Navidad, un belén que coge todo un testero», subraya nuestro protagonista.

Tras once años de puertas abiertas, todos los que le conocen tienen claro que seguirá sirviendo jerezanismo mucho tiempo más por ese pequeño grifo que forman sus cuatro paredes.