María Edite no se rinde
La pertinaz portuguesa cuenta ahora su vida en un libro destinado a «ablandar» a Julio Iglesias para que «reconozca por fin al hijo que más se le parece»
Actualizado: GuardarNi te tengo, ni te olvido y Aún me queda la esperanza son dos temas que ha cantado Julio Iglesias y que definen a la perfección el estado de ánimo de María Edite Santos. Tras más de quince años intentando sin éxito que el cantante se someta a una prueba de paternidad, y agotadas de momento las vías judiciales, la infatigable ex bailarina portuguesa, lejos de tirar la toalla, ha decidido contar su vida en un libro «a ver si Julio por fin se ablanda». Se titula Un hijo con Julio Iglesias (Arcopress).
En el teléfono móvil de María Edite Santos suena una melodía pegajosa y comercial. No es una canción de Julio, ni tampoco un tema de su hijo Javier, que también canta. Es el bailable Valió la pena, de Marc Anthony. Toda una declaración de principios para esta pertinaz mujer que ahora dice salir de una depresión, pero que está «absolutamente convencida de que vale la pena seguir luchando. Porque yo cuando empiezo algo -advierte- no paro hasta llegar al final».
Según cuenta María Edite, todo empezó el 18 de julio de 1975, cuando ella, una bailarina portuguesa de sólo veinte años, nacida en un humilde pueblecito lusitano y criada en la Costa Caparica de la región de Lisboa, debutó en una sala de fiestas de San Feliu de Guixols en la que también actuaba un Julio Iglesias que ya empezaba a despuntar como cantante tras su paso por Eurovisión. «No fue un flechazo. Ni yo me enamoré de él, ni él de mí. Pero nos gustamos. Y él me insistió para que ese mismo día me fuera a dormir a su casa, un chalé de una planta situado en un alto de San Feliu. Le dije que no. Pero siguió insistiendo. Y al día siguiente accedí a ir a verle, aunque acompañada de una amiga».
Diez días
María Edite está convencida de que esa noche, la del 19 de julio de 1975, la primera que pasó con Julio, fue el momento en el que engendró a su hijo Javier, que nació el 19 de abril del año siguiente; «exactamente -puntualiza-, nueve meses después». Siempre según la versión de la portuguesa, el idilio entre ella y el cantante duró diez días. Acabó de golpe una noche en la que ella fue a buscarle a la sala de fiestas, «tal como habíamos quedado», y se encontró allí a una elegante filipina llamada Isabel Preysler. «Yo no sabía que él estuviera casado, porque nunca me lo dijo, ni conocía a Isabel. Pero alguien me la señaló y me advirtió que ésa era la mujer de Julio. Así que decidí marcharme y no volver a verle jamás. Lo del embarazo lo supe más tarde». Cuenta cómo salió adelante esos difíciles primeros meses, «joven, soltera y embarazada», y cómo terminó casándose, antes de dar a luz, con otro hombre.