Como alguien dijo una vez
Son frases simples, incluso vulgares. Su intención no era pasar a la posteridad. Sin embargo, se han ganado el favor de los hablantes y se han integrado en el lenguaje coloquial
Actualizado:Die la sabiduría popular que las palabras se las lleva el viento. Pero, como reza otra frase, toda regla tiene una excepción. O varias. El lenguaje coloquial está plagado de expresiones que alguien dijo espontáneamente, sin ninguna pretensión, sin la intención de que perduraran en el tiempo. Más bien al contrario: muchos querrían que se olvidaran. No son ninguna genialidad, ni tienen ningún trasfondo filosófico. Es más, son frases simples, sencillas y hasta vulgares. Pero han triunfado. Le han ganado la batalla al tiempo y se han convertido en un éxito de comunicación social.
El famoso «Por qué no te callas» del Rey a Hugo Chávez en la pasada cumbre iberoamericana es el último exponente de un fenómeno que los medios de comunicación e internet multiplican. «En este caso, confluyen varios elementos: no es normal que un Jefe de Estado le diga eso a otro, fue un momento televisado, que se difundió al mundo entero. Además se da la circunstancia de que hay mucha gente que quiere hacer callar a ese presidente y han aprovechado la frase», explica Francisco Bernete, profesor de Teoría de la Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid. La repercusión ha sido brutal: más de dos millones de entradas en Google, más de 700 vídeos colgados en Youtube con las cinco mágicas palabras en versión pasodoble, reggaeton y dance, se ha convertido en el lema de la oposición venezolana a Chávez, el dominio www.porquenotecallas.com se subastó en Ebay por 852 euros, ha sido un récord de descargas en móviles...
Sin llegar a estos extremos, muchas otras expresiones se han ganado el favor de los hablantes y se incorporan con normalidad en las conversaciones. Según Bernete, «toda sociedad necesita compartir una serie de claves», por lo que estas muletillas se convierten en una herramienta de socialización. «Pueden ser utilizadas por el individuo como una vía más de integración en un grupo», añade Mercedes Fernández, doctora en Sociología de la Universidad de Málaga.
En su contexto
La catedrática de Lengua Española de la Complutense, Ana María Vigara, habla de la fuerza de la intertextualidad. «No es simplemente una frase, sino un texto usado en una situación y en un contexto concreto que todos identificamos y que trasciende de lo que significan en sí las palabras».
Además, son cortas, directas, se recuerdan con facilidad y tienen aplicación en la vida cotidiana, como resalta Rafael González, profesor de Psicología Social de la Complutense. Por otro lado, guardan un componente emotivo. «Triunfan porque conectan con el público y, por algún motivo, crean una adhesión emocional», apunta Alfonso Méndiz, profesor de Publicidad de la Universidad de Málaga.
La gran mayoría se emplean con fines irónicos, para hacer una gracieta, y «sirven a la cortesía lingüística», explica Vigara. Es decir, atenúa la posible agresividad de lo que espontáneamente decimos. «Repetir estas frases les quita hierro y las hace menos duras: dices lo que piensas en tono de broma, pero lo dices», añade Bernete. Y es que mandar callar a alguien hoy con la expresión de don Juan Carlos no provocará en el interlocutor la misma reacción que antes de que su Majestad la pusiera de moda.
Pero el fenómeno no es de ahora. Rafael González recuerda cómo el lenguaje coloquial se ha enriquecido desde siempre con frases que alguien popularizó en un momento dado. A mediados del pasado siglo aún perduraban los llamados latinajos en ciertas zonas rurales de España. Son expresiones de la misa en latín que los fieles asumían sin saber en ocasiones lo que significaban («Le dejaron hecho un 'ceomo'», por ecce-homo). Antes que eso, en el siglo XIX, los toreros eran los líderes de opinión. Sus palabras quedaban recogidas en las crónicas taurinas y movían a las masas. Ya es parte de la historia aquella vez que a Rafael 'El Gallo' le iban a presentar a Ortega y Gasset. Cuando preguntó quién era ese hombre, alguien le respondió: «Es el filósofo más grande de España». «¿Y de qué vive?», inquirió El Gallo. «De pensar», le contestaron. Asombrado, el famoso torero dijo: «Hay gente 'pa tó'».
Hoy, las cosas han cambiado y la fuente de estas frases -gracias a los medios de comunicación de masas- son los políticos, los famosos, los anuncios, las series de televisión o las películas. Aquí repasamos algunas de las que han vivido sus años de gloria desde la década de los 70.
POLÍTICAS
La fuerza del momento histórico
«Se sienten, coño». La frase traslada inmediatamente a varias generaciones al Congreso, a aquel 23 de febrero de 1981, con el coronel Tejero alzando la pistola. El intento de golpe de Estado fracasó, pero la expresión se quedó en la memoria colectiva. Unos años antes, en la víspera de las elecciones de 1977, Adolfo Suárez pronunció un brillante discurso con una frase que le acompañaría durante toda su vida política: «Puedo prometer y prometo». Con el paso del tiempo, muchos de sus compromisos se quedaron en el aire y no son pocos los que le recordaron estas cuatro palabras.
El «Por consiguiente» de Felipe González se convirtió en un filón para sus imitadores. Al igual que dos expresiones que su sucesor, José María Aznar, popularizó en dos momentos bien distintos de su recorrido político: «¿Váyase, señor González!» (cuando era líder de la oposición, a mediados de los 90) y «España va bien» (en el segundo año de su primer mandato en el Gobierno). Pero, sin duda, es uno de los ministros de Aznar quien inevitablemente quedará siempre unido a una frase: «Manda huevos». Federico Trillo la pronunció siendo presidente del Congreso en 1997 tras enunciar un interminable y complejo párrafo sobre el aplazamiento de una votación. Su micrófono seguía abierto.
RADIO Y TELEVISIÓN
Licencias periodísticas
«Así son las cosas y así se las hemos contado». No había día que Ernesto Saénz de Buruaga no cerrara con estas palabras el telediario, en su etapa como director de Informativos de Antena 3. Antes que él, el periodistas deportivo José María García había hecho suya varias expresiones que aún hoy le definen. Cada noche comenzaba su programa con su «Buenas noches y saludos cordiales», mientras que todos sus discursos se precedían de un llamativo «Ojo al dato».
Mayra Gómez Kemp dejaba en ascuas a los concursantes de 'Un, dos, tres» cada vez que decía aquello de «Hasta aquí puedo leer». Y también de un concurso, aunque bien distinto, es la frase casi filosófica «¿Quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza!», que exclamaría el Gran Hermano Jorge Berrocal tras la expulsión de su novia de tres días. Al poco, salió una versión musical.
PERSONAJES FAMOSOS
La clave está en quién lo ha dicho
El recientemente fallecido Fernando Fernán-Gómez será recordado por sus méritos artísticos, sus películas, sus obras de teatro y, cómo no, por su mal genio. Su fama de cascarrabias se resume en la frase que le diría a un fan que le pedía que le firmase un libro: «A la mierda» (con su peculiar entonación). Hablar de su novela era precisamente lo que reclamaba Francisco Umbral a Mercedes Milá: «Yo he venido aquí a hablar de mi libro».
Corría la década de los 80 cuando el Gobierno aprobó la expropiación de Rumasa, propiedad de José María Ruiz Mateos. A partir de entonces, el empresario expresó en numerosas ocasiones su ira contra el que fuera ministro de Economía en aquellos años, Miguel Boyer. Un enfrentamiento que llegó a su punto más álgido cuando Ruiz Mateos intentó agredirle con el puño, acompañado del ya famoso «Que te pego, leche».
Diez años después, en 1999, Louis Van Gaal se convirtió en uno de los entrenadores más famosos del mundo con su «Siempre negativo, nunca positivo» (con acento holandés) con el que increpaba a un periodista holandés durante una rueda de prensa. La frase triunfa en Internet convertida en canción.
La genial Lola Flores diría aquello de «Si me queréis, irse» el día de la boda de su hija Lolita, ante la avalancha de seguidores que acudieron a la Iglesia. Más actual es el éxito del cubano Dinio -quien fuera novio de Marujita Díaz- «La noche me confunde», que le ha servido para justificar más de un desliz y para lanzar un single.
Los humoristas suelen explotar determinadas expresiones que le caracterizan: «Hola, ¿está el enemigo?» (Gila), «No es por no ir, si hay que ir se va, pero ir 'pa ná' es tontería» (Cruz y Raya), «Pecador de la pradera» (Chiquito de la Calzada), «Cuidado con el escalón, mamá» (Ángel Garó), «Cómo están ustedes» (Gaby, Fofó y Miliki).
ANUNCIOS
El éxito de un eslogan
Han sido creadas con la finalidad de perdurar, de que se retengan en la mente del consumidor. Pero no todas lo consiguen. Sólo un selecto grupo de eslóganes han logrado saltar de los medios de comunicación al lenguaje coloquial. ¿Quién no ha dicho eso de «Vuelve a casa por Navidad»? El Almendro se promociona con este lema desde hace ya tres décadas. También fue en una Navidad, en 1997, cuando Airtel despegó con aquel simpático niño que felicitaba las fiestas con la guía telefónica al lado y su «Hola, soy Edu. Feliz Navidad».
Puede que a muchos no les suene el nombre de Manuel Luque, pero seguro que lo recordarán con una frase: «Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo». El director general de Camp vendía así en 1987 el detergente Colón. A quien sí reconocieron enseguida los espectadores fue a Stevie Wonder, en 1984, cuando en una campaña de la Dirección General de Tráfico recomendaba: «Si bebes, no conduzcas». Y han pasado años, pero todavía hoy sigue sin encontrarse a Curro. Su desaparición, empujado al Caribe por Halcón Viajes, ha nutrido numerosos chistes que preguntan por su paradero.
SERIES Y PELÍCULAS
El poder de la pequeña y gran pantalla
Las series de televisión han inmortalizado numerosas frases a partir de su reiteración en boca de uno de los personajes: desde el «Para dentro, Romerales» de la agente de Farmacia de guardia hasta la mina que supuso Aquí no hay quién viva. «Un poquito de por favor» del portero Emilio (Fernando Tejero), «Punto en boca» de Paloma (Loles León) o «Váyase, señor Cuesta» de las vecinas cotillas son algunas de las expresiones que han trascendido a la producción de José Luis Moreno. Cada tarde, Bart Simpsons incita a muchos jóvenes a mandar a «multiplicarse por cero» a sus mayores. Steve Urkel escabulle los problemas con su «¿he sido yo?», mientras el Chavo del Ocho hace todo «sin querer queriendo».
Hay películas que, irremediablemente, han quedado vinculadas a una expresión que tiene tanta fuerza como su título. Es el caso de «Mi casa, teléfono» (E.T.E), «No siento las piernas» (Rambo), «Que la fuerza te acompañe» (La guerra de las galaxias), «Tócala otra vez» (Casablanca) o «Sayonara, baby» (Terminator).