Menos sacerdotal
Actualizado: Guardaros cambios experimentados por la sociedad española en las tres últimas décadas y la inmersión de nuestro país en la globalización han afectado a todas las facetas de la vida, también a la vivencia de la fe religiosa y, en concreto, al componente humano de la Iglesia Católica. La drástica reducción de las vocaciones para el sacerdocio y el paulatino envejecimiento del clero apuntan al final de un modelo de organización interna y de relación con los feligreses que en alguna medida ya está siendo sustituido por otro en el que creyentes seglares asumen tanto tareas administrativas como pastorales, además de dirigir oficios religiosos. Pero el tránsito hacia un catolicismo menos sacerdotal no es la vía obligada por un casual vaciamiento de los seminarios. Es el reflejo de unos creyentes que viven su relación con la fe, la liturgia o la comunidad cristiana como una vertiente más de su existencia a la que difícilmente dedicarían todo su tiempo, mucho menos como un compromiso de por vida. La secularización ha penetrado en el seno de la propia Iglesia, y ésta encuentra en el cambio tantos desafíos como oportunidades para adecuar sus estructuras a una sociedad en plena transformación. Los desafíos vienen dados especialmente por el hecho de que la asunción de responsabilidades tradicionalmente sacerdotales por parte de feligreses comprometidos y la proliferación de movimientos seglares de carácter eminentemente doctrinario amplía el abanico de las interpretaciones del catolicismo. Toda vindicación de autenticidad por parte de un determinado grupo o sector de creyentes suscita inmediatamente situaciones de incomodidad en el seno de cualquier religión organizada.