Careo
Que quieren que les diga. Uno termina Se llama copla con el corazón encogido. Hasta tal punto llega la irritación que, una vez superado el sueño y dada la tardía hora en que acaba el programa, no hay forma de dormirse reinando en ese pobre muchacho o esa infortunada muchacha cuyas ilusiones se han desmoronado por mor de un gallo o de una estrofa mal aprendida. ¿Qué pena más grande cuando uno de los concursantes tiene que dejar el programa! Las lágrimas tardan décimas de segundos en aparecer en los ojos del perdedor, y los sentidos abrazos de sus compañeros no hacen más que añadir dramatismo al momento. ¿Qué mal rato! Antes, la incertidumbre de no saber quién abandonará el plató colma de interés el concurso, un éxito de audiencia como pocas veces había tenido Canal Sur. Con los datos en la mano, los responsables del programa aprovechan el tirón y se las ingenian para alargarlo, que la gallina de los huevos de oro nace una vez cada muchos años. Además de darle el premio de un gran seguimiento por parte de los telespectadores, el programa ha servido para revitalizar la copla, un género muy andaluz aunque no se termine en las fronteras de nuestra región.
Actualizado: GuardarEste tipo de programas (y Se llama copla no es una excepción) ahondan todo lo que pueden en la polémica. Recuerden al famoso Risto de Operación triunfo, aquel déspota y prepotente miembro del jurado que acabó consiguiendo lo que quería: salir en los medios de comunicación para mayor gloria del concurso. En el certamen de la cadena andaluza no se ha llegado a tanto, pero sí ha habido un participante, Joaquín Sáez, que se sintió perseguido y ridiculizado por los comentarios de uno de los miembros del jurado, Pive. El juzgador no se limitaba a calificar las cualidades musicales del aspirante a estrella, sino que opinaba sobre la indumentaria o el comportamiento del cantante. Este, que fue eliminado, ya había mostrado su enojo por la actitud de su oponente. Una semana más tarde, el canal andaluz sacó a colación el asunto hasta el punto de montar un careo entre ambos personajes. No me digan que no son ganas de remover Resignado a su suerte, Joaquín Sáez hizo de tripas corazón y, con mucha sorna, le doy las gracias a Pive por no haberle dicho que parecía un novio con su traje blanco. La audiencia manda.