Guitarras de museo con sede en Jerez
Las Bóvedas de Esporsil albergan el Museo de la Guitarra, que reúne piezas únicas procedentes de todo el mundo y que abrirá sus puertas en marzo
Actualizado: GuardarHay un sitio en Jerez en el que el siglo XIX palpita reposado en las vitrinas. Hay un sitio donde predomina el silencio pero todo transmite música. Hay un sitio en Jerez donde tesoros pasados se enfrentan al futuro para que miles de personas los admiren y deseen -aunque no puedan ni deban- pasar los dedos por sus cuerdas de alambre, por sus filigranas de nácar y sus dibujos artesanos que unas manos tallaron hace siglos para que en unas semanas el Museo de la Guitarra pueda abrir sus puertas y, desde Jerez, mostrarlos al mundo.
Más de trescientas piezas componen la original colección de Antonio Espinosa de los Monteros, que se autodefine como «un enamorado del siglo XIX y todo lo relacionado con él». En expositores cuidadosamente dispuestos, Antonio mima sus guitarras, adquiridas a lo largo de más de veinte años y procedentes de innumerables rincones del globo. Guitarras más clásicas, otras tipo laúd, cítara, banjo, mandolinas o fídolas componen este museo que, si no hay contratiempos, podrá inaugurarse en marzo en las instalaciones de Las Bóvedas de Esporsil, en el Parque Empresarial de Jerez.
«Muchos de los instrumentos que se ven aquí son únicos», asegura Antonio como buen conocedor del género. La mayoría de las guitarras de la colección datan del siglo XIX, aunque la joya de la corona es una pieza de Juan Pagés fechada en 1785. De estas guitarras «se hicieron solamente cuatro y es probable que no exista más que ésta». «Es la colección más completa de Europa», indica Antonio, «y no lo digo yo, sino especialistas que han pasado por aquí», apunta.
Un paseo por la historia
En un recorrido guiado por las vitrinas, el visitante podrá ver la evolución histórica de un instrumento que se concibió como acompañamiento aunque después alcanzó entidad propia. «A partir de 1850 tienen el mástil más largo y les ampliaron los medios trastes», explica el propietario. La variedad de las formas, las diferentes maderas empleadas y la singularidad de cada una de las piezas es motivo para detenerse unos minutos ante ellas. «Se habla de guitarra española pero las más comunes son las de abeto alemán», indica el propietario mientras desfila ante guitarras de siete cuerdas, de once o de trece.
Sólo dos de las guitarras expuestas son del siglo XX: una del luthier José Ramírez (luthier es la persona que fabrica o repara instrumentos de cuerda como el violín o la guitarra) fechada en 1944 y otra de Rodrigo Sanchís, de 1901. «Están para comparar la evolución con los siglos XVIII y XIX», añade.
Pero la lista puede continuar con una pieza de Fernando del Horno de 1831, otra maravilla de José Benedict de 1801 o una singular guitarra de Salvador Ibáñez, uno de los fabricantes más reconocidos del siglo XIX.
Hay espacio en las Bóvedas de Esporsil para instrumentos de otras partes del mundo como el continente africano, Asia o el sur de América. Así, se guardan en Jerez guitarras con un cuerno de marfil a modo de mástil o cubiertas de piel de serpiente. Todas ellas necesitan ciertos cuidados: «Deben estar a una temperatura de entre 16 y 20 grados».
Además de las guitarras, que es el grueso de la colección, Antonio Espinosa de los Monteros custodia violines Stradivarius, un pianillo de Budapest de 1814 y el piano de media cola que Frangott Berndt construyó y regaló a la princesa Mariana de Holanda.
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