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AL AIRE LIBRE

El ratón Pérez

Ami hijo mayor se le ha caído otro diente, de resultas de lo cual presenta ese aspecto mellado e inequívocamente infantil con el que todos hemos sido inmortalizados alguna vez en alguna fotografía. Evidentemente, el regocijo ante la pérdida de la pieza dental, y la emoción que precede a ese momento, vienen determinados por la aparición en escena del secular Ratón Pérez, personaje creado por el conocido Padre Coloma, en un cuento que le fue encargado para el entonces niño Alfonso XIII, cuando a éste se le cayó un diente. Como buen pedagogo que era, Coloma cumplió a las mil maravillas la función atribuida al personaje, estimulador poderoso de la imaginación infantil y de las peripecias que cada niño imagina que sufre el roedor hasta llegar a su destino. Pero no acaba aquí la importancia del personaje. Porque en el ratón Pérez puede encontrarse un ejemplo perfecto de lo que los juristas-sociólogos han denominado el Derecho Infantil. El francés y especialista en Derecho Civil Jean Carbonnier explica en su Sociología Jurídica (aunque lo mejor de Carbonnier sigue siendo su Derecho Flexible) que en los grupos de niños se manifiestan fenómenos de normas y conductas que guardan semejanza con los fenómenos de derecho, y que constituyen un aspecto de lo infrajurídico.

ENRIQUE VÍCTOR DE MORA QUIRÓS
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Algunos de estos fenómenos son imitados: juegos jurídicos que reproducen los mecanismos jurídicos de los mayores. El Ratón Pérez entraría en este apartado. La relación entre el roedor y la infancia nos deja vislumbrar un mecanismo contractual en el que, cumplida una condición (pérdida del diente) se produce la esperada contraprestación, bien en dinero o en especie (chocolatinas, caramelos ), pero con el límite temporal que marca la entrada progresiva en la edad adulta y sus consabidos efectos. Esto avalaría las tesis de algunos clásicos como Haeckel, replanteadas progresivamente en el terreno de la psicología social: los juegos de los niños permitirían descubrir el pasado profundo de las instituciones jurídicas, de tal suerte que la infancia puede suministrarnos imágenes de derecho arcaico. Por todo ello, ni más ni menos, personajes como el Ratón Pérez merecerían figurar en un lugar de honor entre nuestras instituciones, en vez de condenarlos a la superación o al olvido.