Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
RESTOS. El coche bomba sigue ardiendo tras su explosión. / AP
MUNDO

Un atentado mata al cerebro del equipo que investiga el asesinato de Hariri

Hezbola dice que el coche bomba de Beirut formaba parte de un «plan no libanés»

L. L. CARO
Actualizado:

Es obvio que el asesinato en diciembre del general François Hajj fue un mensaje terrorista para el Ejército. Este segundo mensaje es para nosotros. Todos aquellos aparatos que se emplean en la protección del Estado están definitivamente en el punto de mira». Eran las palabras del comandante de las Fuerzas de Seguridad Interior de Líbano, general Ashaf Rifi, después de que un coche bomba de precisión y potencia salvajes volara ayer por los aires al jefe de su Unidad de Inteligencia, Wisan Eid, a su paso por el barrio cristiano de Chevrolet-Hazmiya. El atentado ocurrió a cinco minutos caminando del lugar donde otra bomba calcinó al general Hajj, el hombre que estaba llamado a mandar las Fuerzas Armadas de Líbano.

Quienes ayer acabaron con la vida de Eid, de su conductor y, al menos, de dos civiles más, sabían muy bien lo que hacían. El oficial, un ingeniero en materia de Informática y Comunicaciones de 32 años, fue sorprendido cuando regresaba de una reunión en la sede de la comisión de Naciones Unidas que investiga el asesinato del ex primer ministro Rafic al Hariri en 2005, las pesquisas que hasta el último momento se esforzó en abortar Damasco, según sus detractores, la 'mano negra' que activó aquel complot y todos los demás crímenes habidos contra líderes libaneses antisirios en dos años.

«Miembro clave»

Eid era un «miembro clave» de la investigación de todos esos atentados terroristas pendientes de esclarecer, aseguraba conmocionado a la cadena LBC el ministro del Interior, Hassan al Saaba. Pero más allá, fuentes de Seguridad en Beirut añadían anoche que también había jugado un «rol vital» en el desmantelamiento de la red terrorista de Fatah al Islam, que luchó contra el Ejército libanés en la primavera de 2006 durante el sitio de Nahr al Bared. Como el general Hajj. «Era un objetivo de primera magnitud entre los terroristas y las fuerzas que están detrás de ellos», añadía la fuente.

No en vano, el oficial asesinado ayer ya había sobrevivido a un primer ataque con granadas en su residencia de la capital en febrero de 2006. Su autoría, como siempre pasa en Líbano, nadie la reclamó.

Si Wisan Eid fue ayer víctima de la nebulosa terrorista por su persecución a estos grupos y el descubrimiento de sus actividades, o si lo fue de la presunta alargada mano de Damasco por su relación con el Tribunal Internacional, es algo sobre lo que ninguna voz oficial especuló abiertamente.