ESTILO PROPIO. Jesús María sentado en su puesto de antiguedades del rastrillo.
Jerez

La belleza de lo antiguo

Jesús María Castro Silva compra y vende preciosas antigüedades desde hace veinte años por todo el territorio español y Portugal

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Jesús María Castro Silva ejecuta esos ademanes elegantes de los gitanos auténticos. Luce un abrigo oscuro con porte y garbo. Se trata de la percha con la que nace, sin duda. Algo congénito y que ni se puede remediar a quien la tiene, ni los que la desean la consiguen en vida. Quizá hay que nacer gitano y tener la piel como el bronce.

Castro Silva lleva veinte años en esto de las antigüedades. Un día comenzó a comprar de aquí y a vender allá. «Soy un poco de todas partes, no me considero de un sitio determinado», comenta nuestro anticuario. También desliza las palabras y las frases con esa distinción con la que mueve los brazos y como cruza una pierna cuando se sienta en la Alameda Vieja cada domingo para vender sus cosas. Cuadros de señores descocidos montados en marcos barrocos, planchas del siglo pasado de esas que se cargaban con carbón encendido, palanganas, candelabros y hasta un cochecito de bebé del siglo XIX. Todo está repartido por el suelo mientras Castro Silva observa el panorama. Se ha puesto al sol, que parece calentar un poco allá a las once de la mañana, y cierra los ojos y se eleva a su mundo interno y a sus cosas del negocio.

Origen

El origen de los artículos de antigüedad de Jesús María es un misterio. «Bueno, encuentro muchas cosas en los vertederos, que es donde están este tipo de artículos», comenta con cierto tono de guasa. «Ponlo, ponlo en periódico porque es la verdad», insiste. No tiene especial predilección por ninguna de sus antigüedades y piensa que «hay cosas buenas, otras que no lo son tanto y algunas imitaciones. Porque yo tampoco me dedico a las obras de arte, sino más bien a las antigüedad y a las réplicas», subraya.

Todo un personaje este Castro Silva, un gitano interesante que viaja de aquí a allá buscándose cuatro duros. «Sin duda, Jerez es una gran ciudad, aquí se entiende mucho y gusta mucho este mundo. Jerez, para mí, es lo más bonito de Andalucía y te diría que estoy enamorado de la ciudad», afirma. «Que Dios bendiga esta tierra», concluye. Y se dirige a un posible cliente que está interesado en un cuadro que bien podría ser el de Dorian Gray.