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Caos

Uno puede desplegar la mayor tolerancia del mundo con los productos televisivos, con sus servidumbres comerciales y con la producción a salto de mata, pero lo que no tiene pase es que empiecen a contarte una historia y a los tres meses sea otra. La otra noche me dio por intentar ver Herederos y me fue prácticamente imposible enlazar ni una sola de las situaciones con las que nos presentaron en los primeros capítulos.

JOSÉ JAVIER ESPARZA
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Los actores de Herederos trabajan con convicción y su apartado técnico está cuidado con esmero, pero todas esas virtudes no sirven de nada si el espectador pierde de vista la historia que nos quieren contar. Hay una convención del arte narrativo según la cual el que lee o escucha el relato debe ser capaz en todo momento de reconstruir los hechos que está leyendo o escuchando. Para eso, el narrador tiene que atenerse a un relato central y desarrollar la trama según le indique su talento. Esta convención no es una manía de estetas pejigueros, sino una manifestación de respeto al lector o espectador. Herederos, como otros productos de los últimos años ha sustituido la narración por la sucesión caótica de historietas inconexas; el eje argumental, que es lo que da sentido a la historia, por la mera permanencia en pantalla de los personajes principales. El resultado es un puro artificio. De pena.