Cuando suenan las sirenas
Cuando las sirenas suenan -esté en casa, en la calle o en la redacción- me apresuro a otear de dónde vienen y si son de Bomberos, de una ambulancia o de la Policía Local. No descarto que sea una reacción propia de la deformación profesional, pero es que a cualquiera que esté acostumbrado a cómo es la vida en Jerez (demasiado tranquila, a veces) se le encoge un poquito el alma con la larga lista de desgracias que hemos sufrido en los últimos dos meses.
Actualizado: GuardarEl rosario de penalidades empezó con el derrumbe de una vivienda en la calle Lealas, en la que, afortunadamente, no hubo heridos de gravedad pero sí dos familias desalojadas. Apenas quince días más tarde, una señora mayor fallecía en casa de su hermana, donde se había declarado un pavoroso incendio. Unos minutos después de que diera comienzo el nuevo año, una chica de 24 años recibía un petardazo en el rostro por el que perdió un ojo, amén de sufrir otras secuelas importantes.
El pasado 9 de enero, la alarma volvía a saltar porque el fuego atemorizó a los vecinos de Jerez 74, el edificio que -según creo- sigue siendo la construcción más alta de la ciudad. Pero no todo quedó ahí porque entre ese día y hoy hemos vuelto a asustarnos con el espectacular incendio del cine Lealas, el apuñalamiento de un joven en San Benito y un intento de agresión a una menor en Guadalcacín.
El periódico se ha llenado inesperadamente de sucesos, de búsquedas de causas, de juicios por delitos graves y de investigaciones policiales. Dicen que estos hechos aumentan a medida que crecen las ciudades. A lo mejor es ésa la razón. Vaya precio alto que hay que pagar por el desarrollo. ¿Ayyy! Vuelve a sonar otra sirena.