Natalio y Santamaría, las mejores alternativas a los fichajes fallidos

Muchos nombres van quedando descartados y con ellos aparecen otros nuevos. El Cádiz sigue rastreando el mercado en busca del delantero y el banda derecha que han de compensar la plantilla. Y Barla ya tiene dos nuevos objetivos bien situados en su agenda.

El primero es Natalio Lorenzo, que recaló este verano en el Almería pero, con la llegada de Paunovic, Emery prefiere que se foguee en Segunda. Vendría cedido, si bien el Tenerife también ha preguntado por él.

Este delantero de 23 años triunfó el pasado año en Segunda con el Castellón, motivo por el que el club rojiblanco se fijó en él. Se lo arrebató al filial sevillista pues Monchi le quería con vistas incluso al primer equipo, pero el valenciano se decidió por la oferta andaluza. Al final no ha cuajado, pero hace seis meses era uno de los futbolistas más apetecibles de la división de plata.

Es un menudo atacante (1,76 metros) que puede actuar por las dos bandas y en la media punta. Esa polivalencia le vendría de maravilla a Calderón, pues tanto Enrique y Gustavo López necesitan recambios de garantías.

Otro jugador que gana enteros a medida que pasa el tiempo es Sergio Santamaría. Este interior derecha de 27 años es un producto de la cantera barcelonista (abandonó Málaga a los 15 años con La Masía como destino) con una amplia experiencia en Segunda, donde ha jugado con el Alavés.

Ahora milita en el Logroñés, equipo puntero de Segunda B. Los problemas económicos de la entidad riojana facilitan la salida del diestro, que tiene una cláusula de rescisión simbólica. En cuanto el Cádiz dé vía libre a la operación, el jugador podrá venir a Carranza. No obstante, el club cadista le ha pedido que espere, pues en principio tiene otras prioridades.

Como por ejemplo Saúl. Su representante, Pepe Plaza, se reunió ayer con los directivos del Levante para aclarar la situación del futbolista. El club granota, que prácticamente lo había descartado antes de que se abriera el mercado invernal, cuenta ahora con el pelotero. Por tanto, ya es muy difícil que el asturiano vista la camiseta amarilla.