Las subvenciones del Ayuntamiento de Jerez
N uestro sistema de derechos y libertades, la bendita democracia, es el menos imperfecto que hemos encontrado a la hora de administrar la sociedad en la que vivimos. A su amparo, todo un país y, por ende, también nuestra ciudad de Jerez ha experimentado en tres décadas una vertiginosa evolución y desarrollo del que no podemos hacer más que felicitarnos. Este juego democrático, no obstante, deja algunos recovecos y grietas por las que los listillos de la clase se cuelan de forma sibilina con el único objetivo de proteger o engordar sus intereses.
Actualizado:En este sentido, las administraciones públicas disponen de una golosa herramienta, las subvenciones. Vaya por delante que en la mayoría de las ocasiones, éstas se utilizan de manera plausible y suponen una ayuda vital para muchas asociaciones y entidades que no podrían dar forma a sus fines y proyectos sin el empujoncito de la delegación, consejería o ministerio de turno. Pero a nadie se le escapa que, más de una vez, el dinero público ha servido y sirve para pagar y ganar favores, alimentando redes clientelares al servicio de un determinado color político.
Nuestro sacrosanto Ayuntamiento no ha sido ajeno, por supuesto, a este tipo de prácticas. De todos son conocidas las generosas aportaciones, en metálico o en especie, de las que durante muchos años se han beneficiado determinados colectivos de este Jerez nuestro. No descubro nada al recordar el excelente trato que Pedro Pacheco ofrecía a peñas flamencas, cofradías y asociaciones vecinales intentando hacer de ellas un inagotable granero de votos; algo que, en casos determinados y puntuales, consiguió a todas luces.
Una vez apuntado esto, cabe recordar que la entidad privada que más parabienes y billetes del erario público ha recibido en los últimos años ha sido, sin ningún genero de dudas, el Xerez Club Deportivo. No hay que bucear demasiado en las hemerotecas para encontrar buenas muestras de ello. El primer club de fútbol de la ciudad ha sido destinatario de cuantiosas subvenciones y un buen puñado de prebendas, sin las cuales muy probablemente no sería lo que es en la actualidad. Cuesta olvidar aquella ocasión en la que la plantilla llegó a recibir de manos municipales dinero negro -tan negro como las bolsas de basura en las que iban los fajos- que nos hicieron creer que provenía de unos donantes anónimos. Ja. Cuesta olvidar también la pasividad de las autoridades pertinentes, que no movieron un dedo para esclarecer el origen del dinero en un caso que tenía la categoría de escándalo para arriba.
La cuestión es que en estos días hemos podido escuchar a la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, anunciando que piensa pedir al Xerez que justifique el destino que han tenido las últimas subvenciones. ¿Cómo? ¿Es que no se había hecho hasta ahora? ¿Es que el Ayuntamiento no sabia en qué se estaba gastando esa ingente cantidad de dinero que era de todos los jerezanos?. Ni siquiera en mi condición de xerecista acérrimo puedo entender algo así.
No sólo hace bien la regidora jerezana en pedir cuentas, es que Pilar Sánchez actúa, nunca mejor dicho, con todas las de la ley, que obliga a justificar hasta el último céntimo de las subvenciones públicas que reciba cualquier hijo de vecino.
Con un descontrol así, da escalofríos pensar que esta situación se pueda haber dado también con otros beneficiarios de subvenciones, que no lo sé. Y no se trata de poner a todo quisqui bajo sospecha. De hecho, me consta que hay muchas asociaciones que cumplen con los requisitos de forma escrupulosa. El caso es que ninguna de ellas recibe dos millones de euros de subvención. Ni por asomo.