Alerta roja
Un misil ha caído sobre Jerusalén. Israel está probando el Jericó III, con capacidad nuclear y 4.500 kilómetros de alcance. En los países bíblicos suenan las sirenas de guerra. El artilugio asesino representa un avance indudable sobre su antecesor en la dinastía letal, el Jericó II, que mataba menos, ya que transporta el triple de carga no convencional, o sea, nuclear, química y bacteriológica. A eso le llamamos progreso.
Actualizado:No se sabe si es lícito deducir, cuando se bombardea la Historia Sagrada que nos hacían estudiar de niños, que el cristianismo es un experimento fracasado. No se quieren ni los prójimos ni los lejanos. ¿Qué sería de este planeta si a Jesús no se le ocurre darse una vuelta por aquí, predicando el amor? Los israelitas han vuelto a atacar la franja de Gaza, que cada vez es más estrecha, y están cerrados todos los pasos fronterizos. Peor están en Kenia, donde no va a quedar un opositor vivo. Han descubierto que el mejor sistema para eliminarlos es dejar que se agrupen en manifestaciones de protesta y, cuando haya un número razonable de disidentes, disparar sobre ellos.
Comparado con ese panorama mundial, lo nuestro no pasa de ser una petardada. El flamante número 2 del PP, Manuel Pizarro, asegura que puede aportar confianza a los españoles y que quiere devolver a la sociedad lo mucho que ésta le ha dado a él. Con que le devolviera parte, la sociedad se conformaría, pero el PSOE no está de acuerdo. La vicepresidenta De la Vega le ha llamado «indecente» y Solbes le reta, no sabemos si a espada o a navaja. Mientras, Sanidad aprueba el primer proyecto de clonación terapéutica. Se espera que algún día los embriones humanos clónicos no salgan a sus puñeteros padres y abandonen la tradición de matarse entre ellos, pero eso pertenece a la ciencia-ficción.