Hezbolá dice que guarda «brazos y cabezas» de soldados israelíes

Hassan Nasralah salió ayer de su guarida después de más de un año para espolear los odios contra Israel y los «planes diabólicos de Bush», y desatar el paroxismo entre el millón de chiís que celebraban en el barrio Dahiyeh de Beirut la fiesta más sagrada de su calendario, la Ashura. La multitud recibió al líder de Hezbolá entre gritos de «muerte a América, muerte a Israel» y «a tus órdenes Nasralah. ¿Oh, Dios!, protégele», después de oír como el jeque pronunciaba a través de un vídeo un discurso inusualmente gráfico. Un mensaje envenenado, directo a la moral de la sociedad judía y a su atávico sentimiento de paternalismo con respecto a su propio Ejército, el Tzahal, al que el clérigo también juró guerra.

«Oh, sionistas, su Ejército les está mintiendo Ha dejado partes de cuerpos de sus soldados en nuestras aldeas y campos. Tenemos las cabezas, tenemos manos y piernas. Incluso hay un cuerpo casi completo. ¿Qué le ha dicho el Ejército israelí a la familia de ese soldado?», evidenció el jeque.

En octubre de 2007, Israel entregaba los cadáveres de dos militantes de Hezbolá y un prisionero a cambio de los restos de un judío etíope e información sobre Ron Arad, el piloto desaparecido en el sur de Líbano en 1986. No obstante, Nasralah certificó ayer ante su público que el objeto de su revelación macabra no era presionar las negociaciones, mediadas por la ONU, para acelerar el canje de los soldados judíos Eitan Regev y Ehud Goldwaser, -capturados por Hezbolá desde el 12 de julio de 2006- por prisioneros libaneses. Su intención, explicó, era demostrar que el Tzahal «miente» cuando dice que siempre recupera en el campo de batalla los restos de sus soldados. Y advertir de paso que su milicia responderá a cualquier violación de ese Ejército sobre la soberanía libanesa. «Si Israel lanza una nueva guerra contra el Líbano, le prometemos un conflicto que cambiará la región».