Un cocinero español reina en Las Vegas

El viernes, cuando Bill Clinton se paseaba por las madrigueras del lujoso Hotel Casino Bellagio, desafiando el poder de los sindicatos para pedir el voto por su esposa, se tropezó con Julián Serrano. «¿Te acuerdas de mí?», le preguntó éste. El ex presidente tuvo que confesar que no, «pero si me dices quién eres seguro que me acuerdo», le animó. «El chef del restaurante Picasso», contestó Serrano. Y ahí fue a Chelsea a la que se le encendió la luz. «¿Sí, papá, el restaurante al que te dije que teníamos que volver!». Serrano es considerado por los críticos estadounidenses como uno de los cinco mejores chef del mundo, y el Gobierno español le ha galardonado como el mejor cocinero español en el extranjero. Su restaurante, con once Picassos originales y fotografías de Robert Cappa entre otros, es un codiciado remanso de paz que se abre en una terraza a la laguna del lujoso Hotel Bellagio, cuyas fuentes danzantes están inspiradas en las de Montjuic (Barcelona). Pese a tener 34 mesas y abrir sólo por las noches, el año pasado ingresó más de siete millones de euros, porque el menú de 120 euros siempre sube por los caprichos de la preciada carta de vinos españoles, considerada la mejor de Estados Unidos.

Ayer Serrano tuvo que dar permiso a dos de sus empleados para que fuesen a votar a los caucus. Como a otros negocios del casino, eso le supuso reorganizar los turnos y en algunos casos pagar horas extras para suplir el vacío.

Republicano

Después de 35 años en Estados Unidos, este hijo de la localidad madrileña de Cercedilla ya ni piensa en volver a vivir en España, a gusto con el carácter emprendedor norteamericano.

Tan metido está en esa sociedad que ya vive las elecciones como si fueran suyas.

Por mucho que Clinton haya sido uno de sus huéspedes, él se inclina más hacia los republicanos, aunque aclara que esta vez no le gusta ninguno. «Ni demócrata, ni republicano, no hay nadie con ideas para el futuro. El mundo sufre de falta de líderes».

Los ha considerado a todos minuciosamente. «Obama me cae bien, es bastante bueno hablando, pero tiene muy poca experiencia». El republicano que engancha con los independientes, John McCain, tiene demasiada. «¿Qué cambio va hacer, si lleva más de treinta años en Washington? Es insípido, no tiene energía», dice del septuagenario senador de Arizona.