Amenazas sin motivo
El siguiente protagonista es, como el resto, un vecino que mantiene su identidad en el anonimato. Supera la sesenta y vive solo en una vivienda de las Casitas Bajas, a escasos metros del lugar donde tuvo lugar el apuñalamiento el jueves por la noche. Reconoce que, a partir de una hora de la tarde, «cuando empieza a oscurecer», sale a la calle con miedo. Y es que, tal como él mismo asegura, ha sido amenazado en varias ocasiones por algunos de los toxicómanos y otras personas que se acomodan junto a ellos en la zona: «Y lo hacen sin motivo. El otro día, pasaba por aquí tan tranquilo y uno se encaró conmigo. Me preguntó ¿tú qué miras?, en plan chulo, y me dijo que me fuese si no quería tener problemas. ¿Y qué vas a hacer? Pues callarte. Pero, eso sí, cualquier día cojo el bastón y le meto a uno unos cuantos viajes que se va a enterar».
Actualizado: GuardarCuenta que el suyo no es, ni mucho menos, un caso aislado: «Justo al lado de donde apuñalaron al chaval vive una mujer sola, y la pobre no puede ni salir a la calle, porque se ponen junto a su pared y ahí están todo el tiempo haciendo sus cosas. La mujer está muerta de miedo, es normal».
El hombre ve bien lo que pretenden hacer otros vecinos más jóvenes de organizarse para echar a los intrusos. «Está claro que si no nos movemos nosotros aquí, va a ir a peor, aunque desde hace dos o tres meses esto es insoportable», concluye.
