Oído al cante
La verdad es que ha tenido una buena acogida, hasta el punto de que no sabemos cómo han podido sobrevivir sin acogerlo hasta anteayer. El señor Pizarro, que debe de ser un águila para los negocios, ya que hay bípedos implumes rapaces, ha sido calificado como "el hombre clave" del futuro hipotético gobierno y Rajoy se muestra orgulloso de que haya creído en él. Una conversión rápida, sólo comparable a la de San Pablo, cuya caída del caballo sólo prueba que era un pésimo jinete. Se conoce que en Tarso no había hipódromos. Lo de Pizarro es peor porque le están poniendo a caer de un burro. López Garrido ha divulgado el dinero que le dieron por irse. Alguien debiera preguntarle al eminente jurista si considera justo blindar contratos.
Actualizado:Eso de cobrar 2.000 millones es una buena manera de agradecer los servicios prestados, pero quizá no sea la mejor para reclutar votos para el Partido Popular entre las clases populares. No nos extrañe que no haya manifestaciones de mileuristas aclamando el nuevo fichaje.
Gallardón ha pasado de ser «el divino impaciente» a ingresar en la duda metódica. «Me voy, me voy, pero me quedo». El súbito afiliado Pizarro ha metido el escalafón del PP en una coctelera. Se conoce que ha tardado menos tiempo en conquistar el corazón de Rajoy del que precisó su homónimo en conquistar Perú. Quizá estén hechos Rajoy y él uno para el otro, pero no está nada claro que estén hechos, ninguno de los dos, para conectar con el pueblo.
Mi amigo Di Stéfano me dijo una vez que cuando llegó al Real Madrid «cho -nunca dice yo- tenía toda mi carrera hecha». También puede decir lo mismo el señor Pizarro, al que ya le llaman la bien pagá. Ha prometido sudar la camiseta, como hizo el gran Alfredo. Algún dinero suelto debe de tener para mandarla al tinte.