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MILENIO

Gente de marcha

Llegaron hasta el sur, en campaña, (los andalucistas se molestan mucho cuando decimos sur en vez de Andalucía) las muchachas y los muchachos del partido más reciente de la democracia española: Unión Progreso y Democracia (UPyD), que lidera Rosa Díez con un acompañamiento distinguido: Albert Boadella, Fernando Savater, Mikel Buesa, y allegados más o menos convencidos, como Mario Vargas Llosa, y llenaron el Aula Magna de la Facultad de de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla.

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Trajeron un suave perfume a tiempos preconstitucionales, como aquellos setenta de la anterior centuria que acabaron instalando la democracia más larga (hasta el momento) de la historia española. Es cierto que los tiempos son otros pero en cuanto a luces en las miradas y sonrisas más largas que anchas, pues algo así como en aquellos tiempos. Pero no vale comparar el hoy con el ayer. Cuentan que esta gente de la UPyD anda entre los cuarenta y los cincuenta años de trotes por la vida, masticando con frecuencia desengaños políticos y recogiendo, también, en proporciones aceptables, entusiasmos comedidos y promesas de apoyos. Un poco fútil todo, casi inmaterial, quizás, aunque combustible suficiente para ir por el país enterrando desengaños y despertando ilusiones. Cosas de la poca edad.

Porque siempre es más literario, aunque se permite el debate, un camino de regreso que la andadura iniciática. Y si hay gente así entre el censo democrático del país es porque los partidos políticos instalados son más burocráticos que ilusionantes, más conservadores que intrépidos y se sienten más seguros cultivando la tradición que persiguiendo la utopía.

Y el personal se muestra fatigado de tantos lugares comunes y de la abundancia de lo políticamente correcto. Gente de marcha, en definitiva, esta militancia de la UPyD, pero ya veremos hasta cuándo. Rechazan los nacionalismos y buscan la aventura.

¿Fuimos así alguna vez? Posiblemente, cuando la excitación era un estado de ánimo permanente y el rechazo de la realidad impuesta era el banderín de enganche para ingresar en la historia.