Botín de bandoleros
Una empresa gaditana recrea en Villamartín los asaltos legendarios que sufrían los viajeros en la sierra durante los siglos XVIII y XIX
Actualizado:El mito y la leyenda se vuelven realidad en un apacible recodo de la sierra gaditana donde los temibles bandoleros vuelven a salir a la carga en busca de atemorizados viajeros. Asaltos legendarios como los pertrechados por el Duque de Ahumada y José María El Tempranillo regresan a la vida de la mano de Bandolero Tours, una empresa de actividades recreativas y turismo rural que organiza aventuras inolvidables para empresas y grupos de particulares. En Villamartín se alza la Hacienda El Rosalejo, antigua casa ducal en cuyas instalaciones se reproducen los secuestros que marcaron la historia allá por los siglos XVIII y XIX.
Una aventura única
Este cortijo de estilo colonial, destruido parcialmente por las tropas napoleónicas, se convirtió después en residencia de recreo de los Duques de Ahumada. Ahora, por su finca, de nuevo emergen cantes por serranas y demás sones flamencos, una banda sonora que acompaña las ofensivas de estos despiadados bandidos. Los viajeros, aturdidos y desorientados, se convierten en la presa perfecta para estos depredadores que secuestran, atan y tratan a sus víctimas igual que sus predecesores.
Los turistas se verán obligados a aguzar su ingenio para librarse de las ataduras y huir a un destino mejor, siendo protagonistas de una aventura sin igual. Allí, en el monte, una vez conseguida su preciada libertad, podrán disfrutar de la gastronomía local, además de contemplar los bailes al ritmo de unas tonás, escuchar los acordes de una guitarra flamenca y paladear los primitivos cantes flamencos: cantes de sombra, siega y trilla, antecesores de los cantes actuales. Todo este marco contribuye a trasladar a los participantes a otra época, época de malechores, bandidos y batallas campestres con sabor andaluz.
Bandoleros Tours estructura las actividades durante todo un día, de forma que los participantes llegan a las 11.30 para disfrutar de una acogedora bienvenida con café o aperitivo. Después de un paseo en coche de caballos, un bandido cantaor ameniza la velada, un breve momento de calma que anuncia la tormenta. Tras varias horas de función, los protagonistas participan un animado almuerzo con platos típicos de la gastronomía local para cerrar la jornada con una auténtica fiesta flamenca a la antigua usanza.