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Terapias

Una de las ideas más singulares que se le ha ocurrido a La Sexta es Terapia de pareja, un programa que consiste en hacer espectáculo con las zozobras e insuficiencias de personas de carne y hueso. La apuesta estriba en someter al control de las cámaras a una pareja en crisis, observar su naufragio cotidiano y, pasado un periodo, colocar a los protagonistas ante unos psicólogos que distribuyen consejos para la reconstrucción, o no. Usted puede asistir a todo, desde la vida íntima de la pareja cobaya hasta el discurso de los terapeutas, y en eso radica la gracia del invento. Por supuesto, aquí funciona también la proyección: usted ve eso y se supone que lo aplica a su propia vida. Lo que me pasma del trance es la muy laxa interpretación de los terapeutas sobre las condiciones de supervivencia de una pareja.

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La otra noche vi uno de estos episodios donde los protagonistas eran una pareja homosexual. Lo vi acompañado de dos señoritas, porque me interesaba conocer la reacción de alguien que no viera el programa como un crítico de televisión, sino como un posible cliente de la terapia. Los protagonistas del programa estaban en crisis porque uno de ellos tenía la mala costumbre de ligar fuera del nido. Esto no es que sea algo especialmente original. Pero lo llamativo era que los terapeutas, guiados por una singular concepción de en qué consiste una pareja, se abstenían de cualquier juicio sobre la conducta del casquivano y ponían todo el acento en la disposición del otro al perdón.

El resultado era que quien quedaba como un obstáculo para la pareja era quien menos había hecho por romperla. Aquí busqué el juicio de mis ocasionales colegas: ¿Cómo lo veían? Como es natural, sólo tenían ojos para la singular puesta en escena de una terapia que consistía en compadecerse del infiel y presionar al leal. Es lógico: si uno parte de la base de que no cabe una prescripción ética previa al comportamiento en pareja, entonces tampoco caben juicios morales a posteriori. Mis amigas se levantaron airadas antes de que el infiel pidiera perdón. Ahora quien necesitará terapia será el sufridor. Quizás en otra cadena.