
El miedo a la recesión se adueña de la campaña
Demócratas y republicanos coinciden en plantear soluciones para frenar el endeudamiento del estadounidense medio
Actualizado: GuardarCon la palabra recesión tronando sobre sus cabezas, los participantes en la carrera presidencial por la Casa Blanca no han podido hacer oídos sordos a un problema que preocupa más que la propia guerra de Irak a los votantes estadounidenses. Con los precios de la vivienda en picado, la tasa de desempleo en un 5% -la mayor de los últimos dos años-, y los precios energéticos y alimenticios por las nubes, los norteamericanos han visto como sus bolsillos se han convertido en un pozo sin fondo que los arrastra a un eterno endeudamiento.
En medio de esta tormenta perfecta, los altibajos en la economía se han convertido en el principal arma arrojadiza entre los candidatos, que no han dudado en culparse unos a otros sobre la inminente deceleración que se cierne sobre la cartera de los norteamericanos. Así, Hillary Clinton, senadora por Nueva York, y la primera mujer que aspira al Despacho Oval, no ha dudado en desatar toda su ira contra la Administración Bush y ha culpado al Gobierno de no saber lidiar con la incipiente crisis inmobiliaria.
Por supuesto, la mujer del ex presidente Bill Clinton se muestra partidaria de una inmediata rebaja de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. Sin embargo, la senadora de Nueva York, que fue la primera candidata en presentar un plan de revitalización económica de 47.600 millones de euros, ha hecho hincapié en que el problema de los ciudadanos es que «están ahogados en una deuda que no para de crecer», al menos así lo reconocía durante una entrevista con la cadena CNBC. Para la demócrata, la bajada de tipos por parte del Banco Central no es suficiente para mejorar la situación, ya que el aumento de intereses de otros productos financieros, como las exóticas hipotecas de interés variable, caen como una losa sobre los norteamericanos.
Su plan de contingencia pretende destinar 20.430 millones de euros al Fondo de Emergencia Inmobiliaria para asistir a los estados y ciudades en el freno de los embargos de casas. Clinton cree que es necesaria la congelación de los tipos de interés para las hipotecas de alto riesgo, por lo menos para los próximos cinco años y destinar alrededor de 17.000 millones de euros para paliar los elevados costes energéticos. Claro está que la inversión de 3.400 millones en nuevas formas de energía también ayudará a la creación de empleo en esta área. Finalmente, la candidata liberal dispondría de 6.800 millones en ayudas para todos aquellos ciudadanos que no encuentran trabajo.
Cobertura sanitaria
Obama, el único aspirante de color, prefiere seguir centrándose en temas internacionales, pese a su deliberada falta de experiencia. Aún así, el senador de Illinois se muestra partidario de acabar con los recortes de impuestos de aquellos ciudadanos que sobrepasen los 170.000 euros anuales y exige una cobertura sanitaria obligatoria para todos los niños estadounidenses.
Al igual que su principal adversaria, apoya la capitalización de las emisiones de carbono y se muestra partidario de encontrar un camino para legalizar a los sin papeles, eso sí, siempre penalizando a los inmigrantes ilegales e imponiendo grandes multas a sus empleadores. Esta semana, el demócrata presentaba un plan para inyectar inmediatamente 51.000 millones de euros a la economía a través de recortes de impuestos a los ciudadanos, especialmente a los más necesitados, algo que, según sus previsiones, revitalizaría el gasto en el país. Estas bajadas deberían alcanzar los 680 euros por familia y eliminaría los impuestos a aquellos jubilados con ingresos por debajo de los 34.000 euros anuales. Obama guarda otros 30.600 millones de euros bajo la manga, en el caso de que la economía necesite realmente una inyección inmediata de capital para seguir creciendo.
Sin embargo, ni Clinton ni Obama superan la propuesta del otro demócrata a la carrera, John Edwards, que, según dice, tiene un truco para suministrar 68.000 millones. El tercer mosquetero liberal, se ha convertido en el candidato anti corporativo, algo que podría jugar en su contra. Edwards se muestra a favor de un sistema sanitario universal, que debe estar subsidiado por las empresas y el Gobierno. Como no, también quiere subir los impuestos a los más ricos. En lo que a medio ambiente se refiere, está de acuerdo con Obama y Clinton sobre la necesidad de reducir las emisiones de carbono un 80% para 2050.
Frenar el gasto
En el frente republicano, el referente económico está más calmado. John McCain ha afirmado que el quid de la cuestión está en cortar el desenfrenado gasto de los estadounidenses. Además, el ex combatiente de Vietnam cree que es viable un sistema sanitario universal sin aumentar los impuestos. Sin embargo, cree que cada ciudadano debe ser libre para decidir qué método sanitario prefiere. En lo que a energía y emisiones se refiere, concuerda con los demócratas en apoyar un sistema de capitalización de emisiones de carbono y considera la posibilidad de crear un camino que permita la legalización de los sin papeles.
Mitt Romney ha propuesto aumentar el gasto federal en investigación energética y automovilística hasta los 13.600 millones, aunque este conservador de Massachussets afirma que «Estados Unidos no debe aplicar ningún plan de eficiencia energética a no ser que el resto de países del mundo también lo aplique».
Por otro lado, Mike Huckabee la ha tomado con Wall Street, el capital de riesgo y los fondos de alto riesgo afirmando que «no entienden sobre las preocupaciones del ciudadano» mientras las deliberada riqueza de algunos sectores de inversión no hace más que fomentar «ansiedad en la economía». Sin embargo, el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, prefiere rebajar impuestos a los inversores y empresas.