DULCE Y AMARGO. Una escena de 'Caramel'. / LA VOZ
Cultura

Mujeres del Líbano

La directora libanesa Nadine Labaki es también la protagonista y escritora de esta cinta que recibió el premio de la juventud en el festival de San Sebastián del pasado año. El título hace referencia a un método de depilación usado en Oriente Medio en base a una pasta compuesta de azúcar, agua y zumo de limón. Es la historia de un salón de belleza de Beirut en el que varias mujeres se reúnen y comparten sus secretos. La católica Layal (Labaki) ama a Rabith, un hombre casado; Nisrin es musulmana y está a punto de casarse pero su marido ignora que ella no es virgen; Rima se siente atraída por otra mujer; a Yamal, una de las clientas, le preocupa hacerse mayor; y Rose, la anciana que regenta el local contiguo al salón, ha sacrificado su vida por Lili, su hermana mayor.

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La realizadora, que se dedicaba a filmar videoclips de cantantes pop orientales, ha tratado de reflejar el día a día de las mujeres de su país, en un tono agridulce que combina comedia y drama. Así el método de depilación antes descrito, además de jugar un papel determinante en ciertas escenas, sirve de metáfora sugiriendo la idea de lo «amargo y lo dulce, del azúcar delicioso que puede quemar y hacer daño», en palabras de la directora. Las mujeres del filme viven momentos distendidos pero también problemáticos, como reflejo de la propia sociedad en la que viven.

El filme se desmarca de otras producciones libanesas relacionadas con la guerra civil entre las facciones cristiana y musulmana y muestra una realidad en la que ambas religiones coexisten, al tiempo que se centra en sentimientos más universales, como el amor. Una visión que seguramente conectará más con el público joven y occidental en este sensible filme realizado por y sobre mujeres, cuyo enfoque amable y probada calidad lo hacen recomendable para el público de ambos sexos.

Belleza cotidiana

El ansia de libertad y la autocensura conviven en la sociedad y la directora libanesa ha intentado reflejar esta cruda dicotomía en una película que, a su juicio, refleja «la belleza de lo cotidiano, en la gente más normal». A su juicio, la elección de un salón de belleza como escenario «destapa las apariencias y descubre las inquietudes de las protagonistas».