Juan Carlos Toro afronta la belleza de un Cádiz simétrico en la Sala Rivadavia
El ser humano tiene una especial tendencia a admirar las cosas perfectas, las que tienen la bondad de la belleza, del equilibrio entre las partes. Es por ello que adoramos lo que es justo y limpio y nos quedamos perplejos ante la simetría. Juan Carlos Toro (Jerez, 1979) ha querido captar toda el bien de sus paisajes favoritos y jugar a confundirlo en un juego de espejos, un esquema visual que repite las partes y, como en un sueño, engaña al espectador con pequeñas imperfecciones, trampas inexactas que dan sentido a la belleza. Caleidos Cádiz es el título de su primera exposición de fotografías y un juego de palabras -del griego kalós-bella, éidos-imagen: bella imagen de Cádiz- que ya cautiva a los espectadores en la Sala Rivadavia.
Actualizado:En las paredes, un imponente grupo de imágenes en blanco y negro, de fotografías en gran formato que surgen «de la necesidad de un fotógrafo profesional de superar el ámbito de su trabajo de cada día y hacer lo que le gusta». «Trabajo en prensa y esto siempre te limita a la hora de disparar, la actualidad te encorseta, y en un periódico local dónde siempre hay tantas ruedas de prensa, todavía ocurre más. Por eso decidí llevarme la cámara a la playa y hacer algo tranquilo».
Allí, en mitad de los paisajes de Cádiz, El Palmar o Los Caños, «la mejor playa de la provincia dónde más me relajo y dónde me salen mejores fotos», Toro dio forma a su primer trabajo personal. «Es la primera vez que hago algo artístico y ha sido una satisfacción que la Diputación hay confiado en mí para exponerlo en su sala», apunta el autor.
Proceso analógico
En un complejo proceso de trabajo alejado de la inmediatez de sus habituales prácticas periodísticas, Toro se valió de una cámara de medio formato para tomar sus fotografías de la manera más tradicional posible. «Quería huir de la frialdad del digital, trabajar con la sensibilidad y la textura que ofrece la técnica analógica. Este proceso te obliga a aplicarte, a echarle tiempo en medir la exposición, en el encuadre. Después revelé el carrete yo mismo y luego lo escaneé para hacer los efectos con Photoshop», explica.
El resultado son dos imágenes que, una junto a la otra, dan una falsa idea de correspondencia total. «El ser humano tiene tendencia a encontrar bello lo simétrico, sin embargo está demostrado que las cosas exactamente iguales resultan extrañas por lo que incluí modificaciones que rompieran el equilibrio», apunta este fotógrafo que reconoce que tiene algunos nuevos proyectos en la cabeza. «Estoy barajando algunas cosas pero no sé si conseguiré el efecto de este trabajo, que ha nacido de mis dos grandes pasiones, el mar y Cádiz».