ORIGEN. Las madrigueras se originaron en un descampado de Renfe, y las ratas se han propagado por árboles y alcorques. / T. SÁNCHEZ
Jerez

La creciente plaga de ratas pone en jaque a varios barrios de Jerez

Palos Blancos es la zona más afectada, seguida de Las Flores y Chapín

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El hecho de vivir en una bonita zona residencial parece que exime a sus habitantes de padecer problemas propios de los suburbios o de los sufridos por inquilinos de cualquier infravivienda. Sin embargo, esta lógica conclusión se desmonta en el caso de la urbanización Palos Blancos, de reciente creación y situada en uno de los enclaves más caros y a su vez más demandados de la ciudad. Sus vecinos llevan varios meses padeciendo una plaga de ratas en toda regla, que aunque originariamente partió de unos terrenos colindantes pertenecientes a Renfe, ahora se ha extendido a alcorques, alcantarillas urbanas, cubos de basura de la vía pública, parques y copas de árboles.

Tras reiteradas protestas de la asociación vecinal, el pasado martes por fin el Ayuntamiento llevó a cabo una serie de tareas de desratización, que se acometerán de forma mensual hasta que se erradique el problema. No obstante, la cuestión no es tan sencilla, ya que con el proceso de fumigación sólo se frena la aparición de ratas durante algún periodo, pero el foco continúa ubicado en un solar cuyo futuro se desconoce, al encontrarse en manos de la empresa ferroviaria.

El caso es que el malestar entre los residentes de la zona es más que palpable. Un paseo a cualquier hora del día por las calles Cabo de Nao o Cabo de Palos, por ejemplo, es suficiente para comprobar el asedio de los roedores, que salen de los cubos de basura, se pasean por el asfalto y hasta penetran en los patios de las viviendas y los vehículos estacionados. Algunos vecinos echan la culpa a la falta de civismo de otros tantos, que depositan las bolsas de basura fuera de los contenedores, lo que atrae a estos animales que «están gordos como conejos de tanto comer». Pero se trata de la pescadilla que se muerde la cola, puesto que hay quien asegura que se ha vuelto peligroso el acercarse a abrir los cubos. «Mi mujer le ha cogido miedo y no se quiere ni acercar a la basura, por la cantidad de ratas que hay».

«También tenemos culpa nosotros -asevera otro afectado-, la gente echa mucho forraje y es cuestión de mentalización, si no miramos por el barrio, quién lo va a hacer». Aunque esto haya podido influir en la propagación de la plaga, la causa es mucho más profunda y los vecinos se muestran preocupados también por las posibles soluciones que se adopten al respecto. «La solución es echar veneno, pero cuando han venido con las bolsas aquí hay un montón de perros que los pueden matar. El otro día los operarios se quedaron escandalizados y nos dijeron que cómo habíamos tardado tanto en denunciarlo».

Perjuicios

En lo que respecta a los incidentes sufridos con las ratas, varios meses de convivencia con el mundo animal dan para mucho. A uno de los jóvenes de la urbanización, varios roedores le destrozaron el motor del coche al penetrar en el capó del mismo, que se encontraba aparcado en plena calle. Este incidente provocó que el perjudicado se dedicara a colocar trampillas con veneno en el descampado que sirve de morada a los pequeños habitantes, sin demasiado éxito. La madre de este joven relataba que las ratas también se han adentrado alguna vez en el patio de su casa, por lo que «hemos decidido poner dos trampas aquí, y en cuanto pueda voy a quitar la enredadera porque les atrae».

Esta señora no ha podido ocultar su desesperación, asegurando que «cuando enfocas con el coche, salen del tirón 15 ó 20 ratas, una detrás de otra. Estamos dejados de la mano de Dios». Aunque en la actualidad el problema es especialmente acuciante en Palos Blancos, lo cierto es que existen otras zonas de la ciudad donde también se convive con estos roedores. Los habitantes de Las Flores, por ejemplo, son asiduos a este problema, por lo que cada cierto tiempo la barriada es sometida a un proceso profundo de desratización.

Chapín, sin embargo, es nueva en estas lides, pero en los últimos tiempos su presidente vecinal, Ángel Magro, también ha mostrado se preocupación al respecto. En este caso, las ratas se concentran en dos descampados vallados, situados detrás del instituto Seritium y cerca de Ifeca, de donde se escapan de vez en cuando para acabar en los contenedores del barrio. Según Magro, los vecinos han solicitado en dos ocasiones una limpieza y fumigación a fondo a la Delegación de Medio Ambiente, sin que se hayan obtenido respuestas satisfactorias por el momento.