Gallardón asume su derrota y aplaza al 9-M su reflexión sobre el abandono de la política
Rajoy tenía intención de anunciar el fichaje de Pizarro después de comunicar al alcalde madrileño la decisión de dejarlo fuera de su lista «Sólo dependo de la gente de la calle, de aquellas personas que no me conocen», declara el líder del PP para defender su autonomía de criterio
Actualizado:El alcalde de Madrid no perdió el tiempo y, apenas unas horas después de verse excluido de la lista del PP al Congreso, reconoció sin rodeos la derrota, pero aplazó su decisión de abandonar la política y anunció que abrirá una reflexión tras la celebración de las elecciones. Su contrincante en el conflicto, Esperanza Aguirre, optó por el silencio y Mariano Rajoy se sintió obligado a proclamar públicamente su autonomía de criterio para dejar a ambos fuera de la candidatura.
«No ha podido ser», declaró decepcionado Alberto Ruiz-Gallardón ante la expectación de los periodistas, durante la comparecencia que compartió con el alcalde de París, Beltrand Delanoë. Tras cumplir con sus obligaciones institucionales y elogiar las relaciones entre ambas capitales, confesó la gravedad de su situación política y se declaró embargado por la tristeza. Recordó sus 30 años de trayectoria en el PP, reiteró su deseo de participar en las próximas elecciones generales y lamentó la respuesta recibida. «En política, a veces se gana y otras se pierde y, en este caso, el que les habla ha sido derrotado en esa aspiración», afirmó antes de confesar que siente «mucho dolor».
No obstante, lejos de admitir haber sido abatido por su gran adversaria política en el PP, Esperanza Aguirre, dejó claro que quien ha tomado la controvertida decisión ha sido «quien podía adoptarla: Mariano Rajoy».
Pero el veterano político popular, pasada la tensión de los primeros momentos, recapacitó sobre la renuncia que anunció a su jefe de filas en la tensa reunión del martes y, ayer por la mañana, rectificó al asegurar que se tomará un tiempo. «Tengo la convicción de que debo esperar a que pasen las elecciones -dijo- para abrir una reflexión personal y compartida con las personas que me han acompañado».
Cese de hostilidades
Mientras la mayoría de sus correligionarios en el PP creen que Ruiz-Gallardón no hará efectiva su amenaza, fuentes cercanas al alcalde afirman que está completamente decidido a marcharse porque cree que no puede seguir al frente de un ayuntamiento en el que buena parte de las decisiones necesitan de la colaboración del gobierno autonómico en manos de Aguirre. Esta guerra entre los dos dirigentes adquirió su máxima virulencia el pasado martes cuando el presidente del PP los convocó en su despacho para intentar solventar sus diferencias y comunicarles su decisión sobre la lista de Madrid. Fuentes cercanas a los participantes en el encuentro aseguran que, tras quejarse de su comportamiento durante toda la legislatura y pedir un cese de hostilidades, Rajoy pudo comprobar que, lejos de lograr sus objetivos, las diferencias se enconaban. Ruiz-Gallardón, que se enfadó nada más llegar a la cita y comprobar que había sido convocado con Aguirre, reiteró su voluntad de concurrir a las elecciones «para ayudar» al triunfo de Rajoy. La presidenta, por su parte, aumentó la apuesta y puso sobre la mesa sus votos que superan a los del alcalde para avalar una aspiración similar a fin de «apoyar» al candidato a La Moncloa, lo que le obligaba a dimitir de su cargo. Así las cosas, Rajoy optó por excluir a ambos y dar publicidad al pulso planteado por Aguirre.
Como consecuencia de la crisis, cunde el desánimo en las filas del PP, que ha pasado de la euforia -por la llegada de Pizarro- a la depresión. El presidente fundador, Manuel Fraga, se atrevió a hablar públicamente del temor de muchos a la derrota electoral. Una vez más, Fraga fue el único que salió en defensa de Ruiz-Gallardón y advirtió de que su ausencia en las candidaturas «hará perder votos» al PP el 9 de marzo. «Aquí no ha ganado nadie y hemos perdido todos», dicen múltiples voces de dirigentes ajenos a la disputa que se consideran perjudicados por el comportamiento de los tres políticos en liza. A Gallardón le reprochan su ambición y le acusan de perseguir el escaño pensando en la sucesión de Rajoy, mientras que a Aguirre le atribuyen un comportamiento irresponsable por haber llegado tan lejos en su envite. Incluso los que hasta ahora se identificaban con las posiciones de la presidenta autonómica afirman que «ha perdido toda credibilidad dentro del partido». «Se ha dado un tiro en la pierna», explica un parlamentario que relata la incredulidad de sus compañeros cuando conocieron que la presidenta de Madrid iba a la cita dispuesta a plantear su dimisión.
Críticas internas
Y tampoco faltan críticas para Rajoy por la «pésima» gestión de la crisis al aplazar su resolución hasta las vísperas de las elecciones. «Se equivocó en los tiempos», se quejan y reprueban su iniciativa de reunir a los dos políticos enfrentados en lugar de hablar con ellos por separado. Fuentes cercanas al líder del PP dicen que tenía previsto anunciar el fichaje de Pizarro tras dar a conocer su decisión sobre Ruiz-Gallardón para atenuar sus efectos. Sin embargo, una filtración procedente de medios económicos adelantó la noticia y dio al traste con sus planes.
Ayer, el presidente del PP sólo aludió al conflicto para dejar clara su independencia de criterio y, durante un acto en Alicante, intentó espantar las sospechas de que ha actuado bajo la influencia de presiones de sectores de opinión ajenos a su partido: «no dependemos -afirmó- más que de la gente de la calle, de los españoles y de nuestros compatriotas», y advirtió de que sólo dará «explicaciones» a los españoles. Y concluyó: «yo, al menos, no dependo más que de aquellas personas que no me conocen de nada y a las que yo no conozco de nada».