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BODEGÓN. Uno de los géneros más cultivados por Catany. / L.V.
TONY CATANY FOTÓGRAFO

«Tengo una relación de privilegio con la fotografía»

Su trabajo, '24 Polaroids Transportadas', puede verse hasta el 14 de febrero en la sala Kursala de la Universidad de Cádiz

FÁTIMA VILA
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Tony Catany (Lluchmayor, Palma de Mallorca, 1942) es un silencioso observador cámara en mano, un tímido que descubre lugares inhóspitos, miradas que nadie ha visto. De la mano de su especial capacidad para observar el mundo, crece un universo de imágenes que llevan su personal sello cargado de poesía. Con ellas se ilustran paredes, se llenan libros, se conforma un paisaje de sensaciones que es, en el fondo, es el retrato de sí mismo. El del hombre que un día tomó una cámara para nunca más perderla de vista, el que ha crecido junto a un universo de colores, paisajes y personalísimos bodegones que hablan de un mundo lleno de matices, de historias por intuir. Hasta el 15 de febrero la colección de instantáneas que conformó su libros Fotografies -ganador del Premio de los Editores Europeos de Fotografía y Premio del Libro Catalán concedido por la Generalitat de Cataluña en 1997- poblará el espacio expositivo de la Kursala con 24 polaroids transportadas.

-¿Qué van a encontrarse los visitantes en su exposición de Cádiz?

-Van a encontrar un trabajo que fue el cuerpo del libro Fotografies, ganador del Premio de los Editores Europeos de Fotografía y después editado en varios países. Son 24 imágenes de gran formato, fotos instantáneas ampliadas a través del digital. En esta serie fue la primera vez que me valí de este proceso para trabajar, fue mi primera experiencia. Ahora, trabajo muchísimo con digital. Casi todo son retratos, aunque, al ver que la técnica funcionaba, lo utilicé para hacer otro tipo de fotos, bodegones y paisajes, que también están en la exposición.

-El retrato es uno de los fuertes de su trabajo, sin embargo se considera un hombre tímido...

-Sí, habitualmente hago retratos de gente anónima que voy encontrando en mis viajes, pero me valgo de la ayuda de la gente que está conmigo. No me gusta viajar solo y eso de abordar a alguien me resulta muy violento. Son ellos los que se acercan a preguntar...

-Las fotografías que ha traído a Cádiz están hechas con una técnica muy especial, de polaroids transportadas, ¿en qué consiste?

-Utilizaba un material polaroid que me permitía tomar fotos en 18x24 y luego pasaba a emulsionarlas en cartulina. El digital me permitió reproducirlas y ampliarlas a 60x70. La técnica me dio un buen resultado. Las fotos de le exposición están igualmente en papel de algodón e impresas con pigmentos durables.

-Se puede decir que fue uno de los primeros en valerse del digital para hacer fotografía artística. Había muchos profesionales que se mostraban reticentes...

-Hombre, yo no me considero un pionero pero es cierto que no tuve problema en usarlo aunque al principio fue para hacer estas ampliaciones, me veía incapaz de hacer una foto directamente con el digital. Ahora, sin embargo casi todo lo hago así.

-¿Alguna vez regresa a la analógica?

-Sí, de vez en cuando, pero con el digital estoy haciendo cosas que me parecían imposibles. Me gusta seguir investigando, explorar límites y esta técnica me lo permite.

-¿Qué ha significado el salto digital para los creadores?

-Ha enriquecido la fotografía porque tenemos lo analógico, con todas sus posibilidades, para quién lo quiera, y también contamos con esto.

Placer por el trabajo

-En 2001 recibió en Premio Nacional de Fotografía y en 2003 el Ramon Llull, ¿como afecta para una carrera este tipo de reconocimientos?

-Es una satisfacción que reconozcan lo que haces pero el mayor placer es cuando hago las fotos. Luego, si gustan o el público las reconoce, pues mejor. Pero lo mejor es poder hacer lo que quieres y cómo lo quieres. No hay que hacerle demasiado caso a los reconocimientos porque, de repente, un día dejas de tenerlos y sale alguien diciendo «ya no es lo que era» y en realidad tú sigues siendo el mismo.

-¿Ha cambiado su percepción sobre la fotografía a lo largo de su carrera?

-Para mí hacer fotos siempre ha sido un placer y nunca lo he tenido como un trabajo, a veces haces cosas que no te satisfacen, pero siempre me ha gustado. Yo apenas he hecho encargos. Hago las fotos que me interesan, escojo los temas y los desarrollo. Es como un libro que he publicado sobre Venecia, lo hice porque me encanta esa ciudad y tenía ganas de retratarla, luego, tuve la satisfacción de que el editor quisiese publicarlo. Tengo una relación de auténtico privilegio.

-¿Con qué proyectos se encuentra ahora?

-Estoy trabajando con digital en unos bodegones muy distintos a los que van a verse en Cádiz. Antes eran en color y ahora trabajo más con el blanco y negro y con unas tonalidades muy distintas...

-Cambia la persona y cambia la obra...

-Exacto, el ser humano va evolucionando y esto se tiene que notar.