Petazetas
Pues no, no era nada de Zapatero. Lo nuevo de Corbacho en Antena 3, Peta-zetas, es un programa de nostalgias o, si se prefiere, de recuerdos, porque la palabra nostalgia lleva implícita una carga de melancolía que cuadra mal con el desenfrenado sarcasmo que este Corbacho se gasta. Las peta-zetas era una chuchería de los tiempos de Felipe que cuando las mordías se te llenaba la boca de burbujas.
Actualizado:El asunto es que en esta innoble sustancia ha pensado Corbacho para materializar la esencia televisiva de los ochenta y, en torno a ella, desplegar un programa de lo más elemental: vídeo de archivo, cuatro amigotes, más improvisación que guión y un público que ríe las gracias de los petazetadictos. Como programa no pasará a la historia, ciertamente, pero tiene su gracia. Puesto que se emite en el late-night, pueden permitirse atrocidades que nadie les reprochará. Además, tampoco se han ahorrado algún modesto esfuerzo de producción: por ejemplo, en este primer programa tuvimos como estrella invitada a Sabrina Salerno, aquella chica italiana de la mama volátil que se hizo célebre en la época por su facilidad para ir por la vida a pecho descubierto. Aparecía ahora Sabrina ataviada como se visten las starlettes de pueblo cuando viajan a la capital, contando su esforzada reconversión desde el boom torácico-musical al teatro más honesto.
Además de la aportación de Sabrina, Peta-zetas nos obsequió con otros contenidos de no menor enjundia, como la rivalidad entre el walkman y el hula-hop como ejemplos emblemáticos de los ochenta, y una lista de grandes timadores de aquella década donde convivían en apretada promiscuidad el doctor Rosado, el Dioni y Luis Roldán (al final, el tiempo pone a cada cual en su adecuado círculo del infierno).
Si hubiera que tomarse en serio este programa y otorgarle una calificación objetiva desde el punto de vista estético, técnico y ético, difícilmente pasaría de los valores bajo cero. Pero lo que Corbacho ha querido hacer aquí no es nada de eso, sino, simplemente, una juerga-show para pasar el rato, echar unas risas y marcharse a la cama con la mente en blanco. En ese sentido, Peta-zetas es un pleno acierto.