Al pie de la letra
Actualizado: GuardarNo hay debate más estúpido que el que no existe, el que no sale de la voluntad social, sino de los medios de comunicación a los que se les presenta la oportunidad de llenar y llenar de contenido huero sus espacios. Parece que media España se ha echado a la calle para reprender a Paulino Cubero, al que se llama no sin cierto desprecio «parado» –que es lo que es media España– y pueblerino –que es lo que es la otra media–. A mí, lo que realmente me preocupa no es que Plácido Domingo vaya a cantar en público la cursilada de los verdes valles y los azules cielos –que es una obviedad, dicen, siempre que no lo diga uno de los reconocidos poetas de la nación, que entonces es un pleonasmo–. Tampoco me preocupa que el himno tenga o no tenga letra, porque a los de mi generación nos saldrá siempre el Pemán de nuestros libros de texto o el «chintachinta» que de tantos apuros nos ha sacado en los partidos de la selección española, que es donde se toca el himno. Como comprenderán tampoco me preocupa que anden a la gresca nacionalistas y centralistas tirando del pobre Paulino que estaba peinando a su madre y comprando ofertas –¿hay algo más español?– porque no llego a entender el debate sobre un concurso que ha organizado el Comité Olímpico Español y que, desengáñese, se habrá olvidado antes de que pasen tres meses.
Lo que realmente me preocupa, y creo que ahí está el debate, es que el texto de Paulino Cubero ha sido valorado por –se supone– algunas de las cabezas mejor amuebladas de este país entre las que estaban Aurora Egido, Tomás Marco, Juan Pablo Fusi o Emilio Casares, todos ellos profesionales reconocidos y con cierto prestigio en el mundo académico. Si el texto fue seleccionado entre dos mil propuestas en el debate sólo caben dos preguntas «¿cuál es el criterio intelectual de estos señores?» o la que es más sensata «¿cómo serían las demás?».