Opinion

Más allá de las palabras

El discurso del presidente George W. Bush en los Emiratos Árabes Unidos, llamando a los países árabes a enfrentar juntos el peligro iraní, ha coincido con la promesa del régimen de los ayatolás al director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica de responder en un mes sobre las medidas de verificación de sus actividades nucleares. Coincidencia que sumada a otros hechos, vuelve a abrir la esperanza de que más allá de las puras expresiones verbales -Irán calificó inmediatamente de "fracaso" la gira de Bush- se esté fraguando de fondo una distensión que la estabilidad internacional agradecería. La prudente reacción de los barcos estadounidenses hostigados por lanchas rápidas iraníes en el Estrecho de Ormuz, cuatro días antes del viaje de Bush, habría sido el primer peldaño visible de una moderación a la que ahora parece contribuir Teherán. Porque es incuestionable que de cumplirse lo prometido durante la visita de Al Baradei a Irán, en la que se han abordado asuntos tan cruciales para despejar el enigma nuclear iraní como las inspecciones sin previo aviso o el desarrollo de la nueva generación de centrifugadoras, el mundo se libraría de una espada de Damocles sobre su seguridad.

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La retórica empleada por Bush puede parecer a primera vista continuadora de su anterior línea dura pero no es ningún secreto que los países del Golfo aunque ven con aprehensión a Irán temen más una intervención militar que paralizaría totalmente sus economías. Y en el otro bando es igual de evidente que la posibilidad de que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe un nuevo endurecimiento de las sanciones podría ser una realidad muy incómoda para Teherán si éste no hace un gesto inequívoco. Cuatro semanas puedes ser muy largas, pero por el momento las partes han dado muestras de ser capaces de no precipitar los acontecimientos. Lo que es, de momento, esperanzador.