Zapatero se presenta a las elecciones como el adalid de la libertad individual
El presidente del Gobierno asegura que será el garante del progreso de España y promete que nadie impondrá ninguna moral si los socialistas vencen en las urnas el 9 de marzo «La familia no se rompe; diga lo que diga un cardenal, goza de muy buena salud», avisa
Actualizado:José Luis Rodríguez Zapatero ha encontrado en las críticas de los cardenales Antonio María Rouco y Agustín García-Gasco una munición electoral a la medida de sus necesidades. El presidente del Gobierno, inmerso ya en la precampaña para las generales, defendió ayer en un mitin multitudinario en Valencia que, en un escenario como el actual, lo que está en juego el 9 de marzo es la libertad de cada uno de los ciudadanos para decir cómo quiere vivir su vida y su afectividad, además del progreso científico. Se refería al matrimonio homosexual, al divorcio exprés y, también, a la investigación con células madre.
Los socialistas creen que la acerada aversión mostrada hacia su política por los arzobispos de Madrid y Valencia no sólo no desgasta al Gobierno, sino que sirve a su principal objetivo en esta campaña: lograr la movilización masiva de un electorado afín con tendencia a la desidia. Zapatero -que presentó a sus candidatos en la Comunidad Valenciana ante alrededor de 10.000 enfervorizados asistentes- hizo del asunto el principal eje de su discurso y se presentó como el garante del progreso de España. Anunció así que reclamará el voto «para que nadie nos imponga ninguna moral» y «para que nadie pronostique miedos ni catástrofes».
A pesar de que el PP ha hecho lo posible por mantenerse a distancia de la polémica y ha guardado silencio ante las declaraciones de los dos miembros de la jerarquía eclesiástica, el secretario general del PSOE identificó un hipotético Gobierno de Mariano Rajoy con el triunfo de las tesis más conservadoras. Alegó así que, desde que llegó al Gobierno, intentó «ofrecer lo mejor» mientras los populares «mentían» al hablar de la ruptura de España y del fin de la familia. «La familia no se rompe -aseveró-. Diga lo que diga un cardenal, goza de muy buena salud».
Zapatero aclaró que se refería a la familia «libremente entendida» porque «vivimos en un país libre» en el que todo el mundo entiende y respeta a la clase de familia que defienden los cardenales. «Yo exijo desde aquí -añadió- que todos respetemos la familia que quieren los ciudadanos».
En ese mismo ejercicio, a través del que intentó convertir los ataques de la oposición en instrumentos al servicio de su mensaje, acusó a los populares de haberse pasado la legislatura profetizando desastres. Y aseguró que lo que han demostrado es ser «un desastre como profetas». «He pedido estos días un informe al organismo que controla los movimientos sísmicos en este país y me ha confirmado que en la parte de la península ibérica que se corresponde con España no hay ninguna falla y que España no se rompe», insistió en tono irónico.
Malos augurios
Así restó credibilidad a los malos augurios sobre la economía. «Al final, votar es elegir entre opciones diferentes y yo os quiero decir cuál es la diferencia-señaló-: con el Gobierno del PSOE ha subido un 40% salario mínimo interprofesional y ha aumentado la renta disponible de las personas y las pensiones mínimas han crecido mensualmente 3 veces más que en los ocho años del Gobierno del PP».
En su discurso dedicó además grandes elogios a varios de los candidatos socialistas por las provincias valencianas. Especialmente, a la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, a la que hizo responsable de la credibilidad del Gobierno; al ministro de Sanidad y precursor en España de la investigación con células madre, Bernat Soria, al que casi confirmó como miembro de su futuro gabinete en caso de revalidar su mandato; al ex ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, al que calificó como imprescindible colaborador, y a la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Patín que, dijo, «va a ser la responsable de que España esté a la cabeza de los países poderosos en dedicar el 0,7% del PIB a ayuda al desarrollo». «Ellos -remachó en referencia al PP- querían pasar a la historia por la guerra de Irak; nosotros por la lucha contra la pobreza y la enfermedad».