Según se mire
El paisaje depende de quiénes son sus contempladores. ¿Cómo va a ver el mismo panorama un obrero de la construcción, al que le han dicho que no se va a construir más, que el señor Rato, al que le ha dicho Botín que le va a dar 200.000 euros al año por darse una vuelta, cuando tenga tiempo, para asesorarle? No es cierto que la división se establezca entre los que lo ven todo negro o blanco: hay que incluir un tercer grupo, bastante minoritario, formado por los que perciben perpetuamente que la vida es de color de rosa.
Actualizado:De vez en cuando llega una inútil y estrepitosa revolución, o una algarada, y ese colorido, rosado como un crepúsculo, se tiñe de rojo con la sangre que provoca la cólera de los humillados y ofendidos, que se mezcla con la hemoglobina de los privilegiados, entre los que siempre hay un alto porcentaje de inocentes.
Por fortuna está muy lejana en España esa constante histórica. Un proverbio africano aconseja no blasfemar contra Dios por haber creado el tigre, sino agradecer que no le haya dado alas. Todo depende del punto de vista y la verdad es que se están exagerando las penurias que sufrirán algunos, o sea, lo de siempre, con notable anticipación. Somos deficitarios de optimismo. Abundan los compatriotas a los que si les dicen «qué buen día hace hoy», te responden eso de «ya lo pagaremos».
Hay que apuntarse a la tesis de Solbes, que niega que hay crisis y rechaza tomar medidas contra la inflación, pero tampoco hay que echar en saco roto la predicción de Almunia, que advierte que habrá menos crecimiento por las turbulencias de los mercados financieros.
Son dos personas sensatas y ninguno habla por hablar. En estos casos siempre hay que quedarse con la tesis que más nos convenga. Lo que sea sonará. Sobre todo si la economía explota.