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MUNDO

Los refugiados palestinos rechazan que les indemnicen por no volver a su tierra

El plan de Bush de establecer compensaciones económicas ha despertado la ira de Hamás, que asegura que «es inaceptable y que nunca cederán en su derecho al retorno»

LAURA L. CARO
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Los palestinos ya han empezado a mostrar síntomas de rechazo al conflicto planteado por George W. Bush en Jerusalén. Y lo han hecho, ante todo, distanciándose del mensaje en el que el presidente de Estados Unidos abordó directamente una de las cuatro cuestiones esenciales, la de los refugiados palestinos, para apuntar que la solución al problema deberá pasar por establecer «compensaciones económicas». O dicho de otro modo, que no habrá «derecho de retorno» absoluto para los 4,5 millones de refugiados -como reclama Mahmud Abbas incluso para aquellos que tienen su origen en ciudades y pueblos legalmente dentro de Israel-, sino sólo para los que quieran volver al futuro Estado árabe.

A pesar de que se mantiene un prudente silencio oficial, Nimer Hammad, el asesor político del presidente palestino, advirtió ayer la oposición a «esa propuesta». «Los palestinos no están comprometidos con ese plan, es sólo la visión personal de Bush», menospreciaba el asesor en declaraciones al rotativo británico Asharq Alawsat. En las que, una vez más, volvió a reclamar las tesis defendidas por la Autoridad Nacional de ajustarse a la resolución 194 de la ONU, que da a los refugiados el derecho a decidir entre su regreso a sus lugares de origen o la indemnización. Aunque otras interpretaciones, como la del académico palestino Salam Abú Sitta, es que el texto de Naciones Unidas reclama para los afectados ambas medidas: el retorno y la compensación, a la misma vez.

«En lo que respecta a un acuerdo, Bush ha adoptado la posición israelí: no hay vuelta a las fronteras de 1967, no hay regreso de los refugiados, tampoco a todo Jerusalén Este. En realidad, esas son las condiciones de Israel. Será extremadamente difícil que ningún líder palestino acepte esas tres cosas», interpretaba el reconocido analista Ali Yarbawi, de la Universidad palestina de Birzeit.

Supervivencia

Efectivamente, la fórmula aireada por el jefe de la Casa Blanca es para Israel la única capaz de garantizar su supervivencia como «Estado judío». El hipotético regreso de los palestinos obligados a abandonar sus casas en 1948 y sus descendientes, -4,5 millones de personas-, sumados al 1,3 millones de árabes ya censados en el país, amenazaría con dejar en minoría a los seis millones de judíos que actualmente habitan el Estado. Y, en consecuencia, perdería así la identidad religiosa en torno a la cual fue fundado.

La insistencia de Bush en hablar durante su reciente viaje oficial de «Estado judío», -la primera, nada más pisar suelo hebreo-, ya hacía prever su posición. Su frase posterior, «el acuerdo debe establecer a Palestina como la patria del pueblo palestino, del mismo modo que Israel es la patria del pueblo judío», corroboraría esa visión.

El planteamiento en voz alta de la idea de las «compensaciones» arrancó las iras de Hamás. El partido que controla desde junio en solitario la franja de Gaza, y que en esta visita ha sido señalado como enemigo a batir si se aspira a la paz, advirtió que si se opta por la vía de las indemnizaciones, «el problema de Palestina seguirá vivo». Según el líder islamista y depuesto primer ministro, Ismail Hanniya, «es inaceptable» y su pueblo «nunca cederá en su derecho al retorno, con sus descendientes», incluido si sus hogares originales están ahora en suelo israelí.