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Se perfila la tragedia

El Xerez se afianza en el último puesto de la tabla tras la severa derrota ante Las Palmas Sin hacer un juego brillante, los canarios logran avergonzar a los azulinos ante su público

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Se escapó de las manos. El Xerez está muerto. Fallecido deportiva e institucionalmente. Ayer demostró que se encuentra en el peor momento de la última década y que ya se arrastra firmemente hacia el infierno de la Segunda División B. La esperanza en el xerecismo ahora es mínima por más que reste la mitad de la competición, pero precisamente ese es el hilo de vida que le obliga a continuar caminando, a no tirar la toalla, a seguir sobre el cuadrilátero por mucho que ahora sus propios aficionados, e incluso su presidente, dejen el barco.

Ante Las Palmas no jugó mal, simplemente no hizo nada, no ofreció capacidad para vencer, ni mucho menos para remontar un marcador que demasiado pronto se puso adverso, que demasiado pronto comenzó a presionar ese encogido corazón azulino. Puede que sea un topicazo futbolero que aparece cuando los resultados no acompañan, pero el mismo Casuco tuvo que reconocer ayer que sus jugadores no saben competir, no pelean al mismo nivel y con la misma intensidad que sus contrincantes. Por ello casi nunca ganan, pues en el fútbol no sólo de calidad o inteligencia se vive -y mucho menos en Segunda División-, sino que también influye, y de manera muy importante, la fuerza, la intensidad o la moral. Las Palmas se impuso precisamente con cantidades importantes de pelea, pues con un simple planteamiento, unas jugadas de estrategia bien trabajadas y su emergente confianza lograron llevarse tres puntos como tres goles.

Y es que el Deportivo no cojeó en la defensa, en el centro del campo o en la delantera; prácticamente no existió en ninguna de sus líneas y salvo los arreones irracionales, poco más arañó a unos canarios que descubrían pronto una de las grietas por las que se rompe el Xerez, pues no se habían superado los primeros sesenta segundos cuando generaban la primera ocasión de peligro con un cabezazo de Francis que se marchaba fuera. El jugador de Las Palmas desaprovechó una clarísima jugada de gol, pero descubrió la inoperancia defensiva de los azulinos en los balones aéreos.

Mucho peligro

A pesar del susto, los xerecistas salieron del túnel de vestuario al grito de «¿A por ellos!», y durante las primeras jugadas del duelo, mandaron en la posesión y el control del partido. Abel Aguilar se mostraba poderoso en el centro del campo ante la timidez de Samuel, mientras que Adrián Martín y Momo ponían mucha velocidad y regates por las bandas. Los canarios azulinos trataron de suministrar centros a los delanteros, pero en cuanto los amarillos lograban taponar las bandas, el juego del Deportivo se hacía excesivamente previsible.

Míchel no se descolgaba, Yordi no salía del área, Aguilar se desinflaba para presionar y Samuel no aparecía. Sin fluidez por los carriles y sin elementos de enlace en la zona ancha, el juego directo regresaba demasiado pronto a Chapín. Algo que no le preocupaba en exceso al equipo que dirige Juan Manuel Rodríguez, pues defendía sin problemas los ataques xerecistas y trataban de sacar petróleo por ese punto débil encontrado en el juego aéreo. En el minuto diez Mendoza tuvo que sacar bajo palos otro cabezazo que nacía de un saque de esquina, pero en la tercera de peligro nadie podía impedir que Marcos Márquez adelantara a Las Palmas en el marcador. El punta amarillo entró desde atrás, solo y con mucha fuerza para fulminar a Porato con un potente cabezazo que metía el dedo en la herida de muerte de los azulinos. Trashorras quiso hacer más sangre con un envenenado disparo desde la frontal que se fue fuera por muy poco.

El Xerez estuvo cerca de devolverla a balón parado con una falta centrada a unos 35 metros de la línea de gol. El lanzamiento fue de un palo al otro tras un cabezazo de Yordi, pero Abel Aguilar la mandó a la grada cuando la tenía con un lacito para lograr el empate. La del colombiano fue la más clara y prácticamente la última oportunidad de marcar de los xerecistas durante la primera parte.

Con el 0-1 el Xerez era el que trataba de poner el ritmo al partido, pero Las Palmas gozaba de los más claros acercamientos a la línea de gol. Y es que a pesar de que los amarillos decidieron sufrir y tratar de conservar la ventaja mínima desde el minuto veinte de la primera parte, en las jugadas a balón parado que iban cayendo, lograban poner en aprietos a Porato. Lo hacían, y mucho, cada vez que el cuero volaba por el espacio aéreo del área xerecista. Antes de que se llegara al ecuador del duelo, Cobas tuvo en su cabeza el segundo de los canarios, pero su remate se fue alto.

En la segunda parte, Casuco arriesgó en busca de una rápida reacción, pero sus sustituciones sólo pudieron servir para refrescar, pues la realidad es que cambió a hombre por hombre. Quitó a un delantero y a las dos bandas para dar entrada a Carlos Calvo, Pedro Ríos y Antoñito. Momo tuvo que mirar el encuentro resignado desde el banco cuando estaba siendo la principal fuente del peligro azulino. Además, ni Carlos Calvo, ni Pedro Ríos, ni mucho menos Antoñito, cambiaron el panorama en el campo de batalla.

El relativo orden de Las Palmas no se rompió. Unió líneas, formó dos barreras de cuatro y cinco hombres y dejó espacio para la velocidad de sus atacantes. Fue entonces cuando Porato comenzó a retrasar la tragedia, pues a base de paradones fue acumulando toda la tensión para unos momentos finales en los que los dos goles de Las Palmas hicieron explotar la bomba en Chapín. Adrián y Marcos Márquez, ambos entrando desde atrás y rompiendo el fuera de juego, lograban quedarse mano a mano frente al meta francés y hundir al xerecismo con un rotundo 0-3.

Independientemente de la tormenta institucional, en lo deportivo la situación es extremadamente delicada, pero aún así, Las Palmas ha indicado el camino, ya que a estas alturas de la temporada con dos victorias consecutivas todavía se puede salir de los puesto de descenso.

sgalvan@lavozdigital.es