Esos pequeños héroes
Como Superman cuando sobrevolaba los rascacielos de la Gran Manzana neoyorquina, los pequeños héroes se creen que el mundo se rinde a sus pies. Invencibles e inmunes como los superhéroes de los cómics, piensan que toda acción queda impune y la ley los protege a pesar de cualquier tipo de maldad que pase por sus cabezas. Ellos, los menores tiranos, se han tomado el mundo por montera y campan a sus anchas aprovechando la permisividad y la libertad y tolerancia mal entendida del mundo en el que viven.
Actualizado:En una de sus últimas fechorías, un grupo de estos vándalos apaleaba a una mujer en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, mientras vociferaban orgullosos aquello de «¿somos menores, y no nos puedes hacer nada!». Lo que no saben ellos es que el problema no radica tanto en una legislación aparentemente sobreprotectora y condescendiente con el más débil, sino en la base de la propia sociedad.
Esos padres que justifican toda acción de sus hijos, para los que cualquier tropiezo escolar se traduce en manía persecutoria del profesor contra su inocente vástago; esos otros, o los mismos, que están dispuestos a darles todo lo que ellos no han tenido a cualquier precio; esos que desde que nacen celebran con regocijo la primera trastada, símbolo de «la gracia que tiene y lo espabilado que está el niño», todos esos tendrían que pararse a pensar qué ciudadanos del mañana están educando, y qué clase de personas que disfrutan con el dolor ajeno y se regodean en el hecho de que todas sus acciones, por perversas que sean, serán castigadas a lo sumo con aquello de «niño, eso no se hace».