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Atención al cliente

Si es usted cliente, teclee su documento de identidad y a continuación marque su clave personal. Si la ha olvidado, diga SI y espere

Actualizado:

-Hola soy Carolina, ¿en qué puedo ayudarle?

-Mire he olvidado mi clave.

-Espere un momento, le paso con el departamento de atención al cliente.

-Buenos días soy Eduardo, ¿en qué puedo ayudarle?

-Es que he olvidado mi clave personal.

-Si es tan amable Rodrigo -esto suena a cachondeo -dígame su nombre, domicilio y DNI

-Bien D. Rodrigo, le paso con un asesor del departamento técnico.

-Buenos días Rodrigo, sería tan amable de decirme sus datos personales...

-Bien D. Rodrigo, ¿cuál es su problema?

-Pues que he olvidado mi clave personal.

-Lamento comunicarle que desde aquí no podemos solucionarlo, debe usted acceder a nuestra página web. ¿Puedo hacer algo más por usted?

Diálogos absurdos como este, forman ya parte de nuestra vida cotidiana, que transcurre entre claves olvidadas imposibles de recuperar y operadoras telefónicas que, en un castellano meloso, nos preguntan que pueden hacer por nosotros, para finalmente no hacer nada.

Las grandes empresas siguen siendo inaccesibles a nuestras quejas, aun cuando nos hacen creer lo contrario, habilitando imponentes departamentos de atención al cliente o figuras como el defensor del cliente, que nos suelen proporcionar decepcionantes respuestas a nuestras, usualmente, razonables reclamaciones.

La tecnología de las comunicaciones, paradójicamente, ha abierto un abismo entre el consumidor y la empresa cuando es aquel el que se dirige a ésta. Se ha perdido la inmediatez y no nos queda ni siquiera el consuelo de mostrar nuestro enfado a alguien físicamente próximo. Por el contrario, cuando la empresa desea comunicar con nosotros se convierte en omnipresente; correos electrónicos no deseados, llamadas desde números ocultos en horas intempestivas y días no laborables, acompañado de un lenguaje comercial tan agresivo que nos llega a coaccionar. La única forma de luchar contra este desamparo, consiste en ser exigentes, sólo así las empresas respetarán nuestros derechos.