El peso de la industria. Panorámica de los muelles de la capital gaditana, uno de los principales focos productivos de la provincia. / La Voz
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La economía de la provincia de Cádiz crece a toda velocidad pero los beneficios se van fuera

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Imagine a los tradicionales coche A y coche B de un problema matemático. Cuando se fabricaron, el primero corría como mucho 80 kilómetros por hora; y el segundo, 120. Años después, los dos han mejorado. Incluso el primero ya corre a 120 kilómetros por hora. El problema es que el segundo también corre más, como unos 155 kilómetros por hora. La estadística dirá que el primero ha mejorado más que el segundo, pero la realidad es que el coche A nunca será capaz de adelantar al B.

Pues piensen que el coche A es la provincia de Cádiz y el coche B la economía española, con el agravante de que en el caso gaditano gran parte del valor añadido creado se va fuera y, por lo tanto, no redunda en el bolsillo del ciudadano. Y a partir de aquí, se podría entender el estudio presentado ayer por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), que sitúa a la gaditana como la quinta economía provincial que a más velocidad creció en 2006 (últimos datos cerrados) y entre las 15 primeras que más avanzaron en el sexenio comprendido entre 2000 y ese 2006 (habrá que ver el impacto que tendrá el convulso 2007, con el cierre de Delphi, en los próximos datos).

En suma, que es de las mejores de España por valores absolutos de crecimiento del Producto Interior Bruto (la riqueza) y también la undécima en cuanto a creación de nuevos empleos (con un incremento del 15,83% en el periodo estudiado). Pero también presenta los peores datos posibles en tasa de paro (la segunda peor de España) o porcentaje de ahorro de las familias, por destacar dos de los datos que más redundan en el bolsillo de los ciudadanos.

¿Y por qué sucede esto? En primer lugar, recuerden la historia de los coches: hay que crecer durante mucho tiempo por encima de la media del resto para acortar un poco de terreno. Y la segunda, según explica Francisco Villalba, consejero delegado de Analistas Económicos de Andalucía (del grupo Unicaja), podría estar en la estructura empresarial de la provincia, donde las grandes compañías generan empleo y salarios, pero sus beneficios nunca se reflejan en la provincia, sino en la provincia a la que corresponda su domicilio fiscal. Esta circunstancia se da en los dos grandes polos industriales: el de la Bahía gaditana y Algeciras, así como en los beneficios que genera gran parte de la agricultura.

Toda esta fuga de riqueza podría explicar por qué Cádiz es la tercera provincia de Andalucía con mayor valor de producción bruta de sus sectores de actividad (casi 41.000 millones), muy cerca de los casi 46.000 de Málaga y luego, a la hora de comprobar el reparto por habitante, es de las más pobres en, por ejemplo, la renta interior bruta por persona (la cuarta peor del país, para ser más exactos). De idéntica forma ocurre en el Producto Interior Bruto. Es el tercero más potente de la región (y entre los 15 más fuertes del país), pero en cuanto se hace el reparto por ciudadano se pierde toda la fuerza, algo que no le ocurre a las dos provincias más pobladas, que mantienen la hegemonía en todos los indicadores.

Del mismo modo, la provincia gaditana cierra la lista nacional en cuanto a renta familiar bruta en poder de compra (la capacidad de los hogares para hacer frente al consumo). En este caso, y en un índice en el que 100 es la media española, Cádiz alcanza el 77,59.

Sin embargo, el informe de Funcas sí arroja varios detalles para la esperanza. El primero, por supuesto, es la salud de la economía, que al crecer un 3,99% en 2006 estuvo por encima de la media general del 3,77%. El segundo es la creación de empleo.

El tercero no depende tanto del cuento de los coches que nunca se encuentran y puede servir de bálsamo futuro. A la hora de medir el peso de la construcción en la generación de valor, Cádiz mantiene a esta actividad como responsable de una décima parte de su ritmo de avance. Málaga, sin embargo, ha pasado de depender en el año 2000 en una décima parte del ladrillo a que éste domine casi un quinto de su potencial. En un periodo en el que se prevén nubarrones por culpa del frenazo inmobiliario, Cádiz parece más compensada. ¿Es un consuelo? 2008 tendrá la última palabra.

amedina@lavozdigital.es