PRIMERA VISITA. Un sacerdote ortodoxo griego contempla la ceremonia de bienvenida ofrecida por Peres y Olmert a Bush en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv. / AFP
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Bush avisa de que «todas las opciones» están abiertas para detener a Irán

El presidente de EE UU, que llegó ayer a Jerusalén, exige a Olmert que desmantele las colonias ilegales y hoy reclamará a Abbas que detenga el lanzamiento de cohetes

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George W. Bush no perdió ayer el tiempo, y en su primera comparecencia oficial en Jerusalén junto al primer ministro israelí, Ehud Olmert, empezó con lo que ha venido a hacer a esta larga gira por Oriente Próximo: cercar a Irán. «Todas las opciones están sobre la mesa para proteger nuestros intereses. Conocen nuestra posición, y es que habrá graves consecuencias si atacan nuestros barcos: les aconsejo que no lo hagan», advirtió el mandatario estadounidense, que reiteró que el país de los ayatolás constituye «una amenaza para la paz mundial». Y añadió que «la comunidad internacional debe entenderlo con claridad».

Con esta proclama, Bush lanzaba un mensaje esperado, después de que el pasado domingo lanchas iraníes desafiaran a busques norteamericanos hostigándolos en mitad del explosivo estrecho de Ormuz. Pero también satisfacía las expectativas de Israel, cuyo gran objetivo, nunca disimulado, en esta visita era que el inquilino de la Casa Blanca echara marcha atrás sobre el informe de los servicios secretos de EE UU publicado en diciembre, que daba por paralizado desde 2003 el amenazante programa nuclear de Teherán.

«Un país que ha tenido un programa secreto puede fácilmente reiniciarlo», corregía Bush para complacencia de los anfitriones hebreos. Y, además, para los oídos del resto de los mandatarios árabes «moderados» con los que se reunirá a lo largo de los próximos días en su viaje por la región, deseosos también de volver escuchar que Washington está decidido a parar los pies al régimen de Mahmud Ahmadineyad después de la confusión que creó el mencionado informe.

Vía diplomática

Advertencias aparte -«seguiremos manteniendo la presión sobre los iraníes», repetía- el presidente norteamericano expresó su confianza de que se podrá «resolver este problema diplomáticamente». Lo hacía sacando a la luz su flanco más «esperanzado y optimista», con el que reiteradas veces dijo haber llegado a este viaje por Oriente Próximo, aunque también confesó estar cargado de «realismo» a la hora de abordar el proceso de paz entre Israel y los palestinos, el otro gran reto por el que se ha embarcado en esta gira, colofón de su mandato.

En virtud de ese «realismo», Bush lanzó ayer el que sería el segundo gran mensaje de la jornada. Lo hizo ante Ehud Olmert. Después de haber pregonado por la mañana la «fuerza de la alianza» entre Tel Aviv y Washington, cuando exigió ese mismo aliado de viva voz el desmantelamiento de las colonias ilegales, que según la legislación del Estado hebreo son hasta 56 asentamientos crecidos desde la prohibición al respecto dictada por Ariel Sharon en 2001.

«Deben desaparecer», espetó el jefe del Gobierno de Estados Unidos, cuya presencia en Jerusalén coincidía con la última provocación de los colonos judíos ultranacionalistas, que un día antes habían instalado cerca de Jerusalén y de Hebrón las piedras fundacionales de dos más de estas colonias salvajes. Las excavadoras del Ejército judío se empleaban ayer mismo en retirar algunas de ellas.

Olmert no puso reparos. «Respetaremos nuestro compromiso en lo que respecta a las colonias salvajes», dijo en un discurso conciliador. Con palabras prácticamente repetidas de lo que fue su alocución en la Conferencia de Paz de Anápolis añadió: «No tengo miedo a tomar decisiones difíciles, Israel seguirá negociando seriamente con los palestinos y estoy dispuesto a hacer concesiones dolorosas con tal de que consigamos lo que aspiramos: seguridad para nosotros junto a un Estado palestino y democrático».

Terrorismo

No obstante, el primer ministro judío sorprendió al advertir que «Gaza es parte del paquete» y que «no habrá paz al menos que pare el terror, y que pare en todas partes». Una consideración que hacía acompañada de un repaso ante Bush de los trece cohetes Qassam disparados ayer desde la Franja a territorio hebreo, aunque obvió hablar de las tres víctimas mortales causadas el miércoles por el Ejército israelí en Gaza, dos de ellas civiles.

El inquilino de la Casa Blanca anunció que hoy se presentará ante el presidente palestino, Mahmud Abbas, para requerirle que adquiera «el compromiso firme» de poner fin al disparo de esos proyectiles. «Mi pregunta será qué va a intentar hacer sobre esto», avanzó Bush, entre reproches al «santuario» de terrorismo en que -dijo- se ha convertido Gaza bajo el control de Hamás.

El movimiento islamista, por su parte, condenó como una demostración de apoyo «al régimen de apartheid» las palabras de Bush en las que, por la mañana, dijo que la alianza con Estados Unidos contribuye a garantizar la seguridad del Estado de Israel como «Estado judío».